domingo, 29 de julio de 2012

166. El cruzado, el arcángel y la harpía (Opereta medieval)

Carlos López Puccio: ¡Mis valientes, debemos regresar a la batalla!... ¡Andando, hacia el este!

Todos: 
Los cruzados vamos ya
regresando hacia el este.
Avanzamos hacia allá,
cueste lo que cueste. 

Carlos López Puccio: 

Volveremos a la batalla
desandando el camino,
y venceremos al canalla,
al canalla Saladino.

Carlos López Puccio: Aunque el turco nos deteste...

Todos: ¡Marcharemos hacia el este!

Carlos López Puccio: Aunque es cruel como la peste...

Todos: ¡Marcharemos hacia el este!

Carlos López Puccio:  
Ese hombre es un canalla 
tan feroz y vengativo,
que después de las batallas
mata a todos los cautivos. 
Aunque ataque con sus huestes...

Todos: Marcharemos hacia el este.

Carlos López Puccio: Aunque venza y nos torture...

Todos: Marcharemos hacia el este...

Carlos López Puccio: Y nos corte en pedacitos...

Todos: Marcharemos... ¡hacia el oeste! 

Carlos López Puccio: Mis valientes, ¡no podemos retroceder! ¡Estamos en la hora más difícil de nuestra cruzada para liberar Tierra Santa! Hace unas horas me disponía a lanzar la batalla decisiva contra el malvado sultán Saladino...

Todos: Buuuu...

Carlos López Puccio: ...Y justo en ese momento, un maleficio misterioso me sacó del frente de batalla junto con vosotros, mis mejores hombres, y me trajo hasta este lejano bosque. Y este maleficio sólo puede ser obra del malvado sultán Saladino...

Todos: Buuuu...

 Carlos López Puccio: Pero Saladino...
 
 Todos: Buuuu...
  
Carlos López Puccio: Pero Saladino...

 

 Todos: Buuuu...

Carlos López Puccio: Pero el que les dije... no se saldrá con la suya, ¡de nada valdrán las brujerías de ese malvado sultán!

Marcos Mundstock: No, de nada valdrán, no valdrán de nada... (mientras los demás hacen gestos y susurran frases de apoyo a lo que dice)

Carlos López Puccio: ¡El malvado sultán...!

Marcos Mundstock:  Malvado, es malo...  (mientras los demás hacen gestos y susurran frases de apoyo a lo que dice)

 Carlos López Puccio: ¡Saladino!

 Todos: Buuuu...

Carlos López Puccio: ¡Andando, hacia el este!... ¿Pero qué significan esas caras de desagrado y reprobación?

Todos: ¡Desagrado y reprobación!

Jorge Maronna: Señor, descansemos...

Carlos López Puccio:Tenemos que seguir andando...

Marcos Mundstock: Sí, señor, estamos agotados... ¿Por qué no disfrutamos un poco las bellezas de la región? Mire, me traje la "Guía del Perfecto Cruzado"... ¡hay unos lugares!

Jorge Maronna: ¡Sí, aquí recomiendan hoteles!... Hotel "El Musulmán Inn... El Cristiano, Out"... Gran Hotel "El Descanso del Cruzado": camas, inn, resort. 

Daniel Rabinovich: Necesitamos descansar...

Carlos López Puccio: Sí, ¿y?

Daniel Rabinovich: ¿Cómo vamos a descansar en camas sin resort?

Carlos López Puccio: Espolón de Aquitania, no hablas como un verdadero Cruzado, no haces honor a tus ancestros. Te recuerdo que eres hijo del famoso guerrero Botellón de Borgoña. 

(Rabinovich se para erguido, con la cabeza en alto y apoya una mano en su espalda)

Carlos López Puccio: Ahá... su sólo nombre exalta tu valor, ¿eh?

Daniel Rabinovich: No, es que me acalambré, estoy muy cansado... Mi padre, Botellón de Borgoña, era el Cruzado más temido por los vasallos del sultán. Cuando lo veían llegar altivo, temible, en las heladas mañanas de invierno, los moros temblaban de miedo... ¡en invierno!

Carlos López Puccio: ¿Y en verano?

Daniel Rabinovich: ¡Sudaban de miedo! Era hijo de madre mora y noble cristiano, por eso lo llamaban "el muy cruzado". Usaba su temible armadura roja, cubierta de articuladas láminas de acero, por eso también lo llamaban "el crus...táceo".

Carlos López Puccio: Bueno, ¡basta de hablar! ¡ Andando! Ardo en deseos de volver a encontrarme con ese canalla de Saladino. 

Todos: Buuuu...

Marcos Mundstock: Señor, señor, ¿lo conoces?, ¿te has encontrado alguna vez con, con, con... Buuuu?

Carlos López Puccio: Nos encontramos fugazmente en una batalla. Apenas sí cruzamos unas palabras... ¡Fueron unas palabras cruzadas! Yo le hablé en "oc", la moderna lengua provenzal... le dije: "oc, oc... je, je, je... ¡oc!"

Marcos Mundstock: ¿Y eso qué quiere decir?

Carlos López Puccio: ¡Ríndete, cobarde... je, je... maricón!

Jorge Maronna: ¿Y él?

Carlos López Puccio: Él me contesto algo que no entendí. Me dijo... "eres un hijo de mujer que comercia con su cuerpo... horizontal, cuatro letras"

Jorge Maronna: ¡Mamá!

Marcos Mundstock: ¡O papá!...

Daniel Rabinovich: ¡Abuela!

Marcos Mundstock: ¡No!... cuatro, cuatro... 

Daniel Rabinovich: ¡Ah! Abuela tiene tres... ¡A-bue-la! Tres letras.

Carlos López Puccio: ¡Andando, andando! 

Carlos Núñez Cortés: ¡Deteneos, intrépidos guerreros! ¡No podéis avanzar!

Carlos López Puccio: ¡Apártate, buen hombre, o mi espada hablará!

Carlos Núñez Cortés: ¿Tiene un parlante?

Carlos López Puccio: Este debe ser un guardia de Saladino...

Daniel Rabinovich: Tengo una idea para que este temible guardia nos permita pasar.

Carlos López Puccio: ¿Cuál, Espolón de Aquitania?

Daniel Rabinovich: Le ofrecemos dinero.

Carlos López Puccio: ¿Dinero, a un guardia de Saladino?

Daniel Rabinovich: ¡Ah, yo había entendido un guardia argentino!

Carlos López Puccio: ¡Te he dicho que te apartaras! Debes saber que...

Todos:  
Los cruzados vamos ya
regresando hacia el este.
Avanzamos hacia allá,
cueste lo que cueste.

Carlos López Puccio: ¡No nos impidas el paso!

Carlos Núñez Cortés: ¡Pero no os estoy impidiendo el paso! Sólo quiero advertiros de que estáis equivocados: ése no es el camino de la batalla... ¡No! La batalla es hacia allá, porque si seguís ese otro camino, caeréis en la trampa de la hechicera Harpía. Harpía atrae a los viajeros virtuosos y los conduce a la perdición.

Todos: ¿Harpía?

Carlos Núñez Cortés: Sí... La llaman así porque los atrae con el sonido de su arpa. ¡Toca muy bien, eh! Y luego, los seduce con la fatal atracción del pecado.

Carlos López Puccio: No temas, ¡ni por error podría seducirnos! Somos hombres santos, tenemos muy claro nuestra misión: vamos para allá, derechito, liberamos Jerusalén, llamamos a elecciones y listo. 

Carlos Núñez Cortés: Escucharos decir eso me alivia, porque Harpía en su palacio, con su corte de bellas damicelas, ofrece vicios desconocidos. 

Todos: ¿Desconocidos?

Carlos Núñez Cortés: Sí... ¡Pero se aprenden fácil! Miren, miren este mapa. Aquí están señalados todos los palacios de la región. ¿Ven? Están marcados con una equis. Éste es el de Harpía: ha sido calificado con triple equis. Sí, es que allí hay pecado, desenfreno, sexo sin límite...

Marcos Mundstock: ¡Vayamos a darle una lección!

Jorge Maronna: Sí... Vamos, miramos y volvemos.

Daniel Rabinovich: ¡Sin tocar nada!

Carlos Núñez Cortés: Escuchen, escuchen, antes que nada van a encontrarse con un grupo de bailarinas desnudas abrazadas a columnas. 

Carlos López Puccio: Escuchenme, el palacio de Harpía es un antro de perdición... Es evidente que nuestra presencia allí... es imprescindible. Podría ser un peligro para los caballeros que vinieran después que nosotros. ¡Debemos apresurarnos... o van a llegar antes! 

Carlos Núñez Cortés: ¡Pero escuchen! Pero... ¡caballeros!... pero...¿y la batalla? ¿Y Saladino?

Todos: Buuuu...

Carlos Núñez Cortés: Ya amanece... Deben estar de regreso. ¿Cómo habrán pasado la noche? 

Todos:
Los cruzados vamos ya
regresando hacia el este.
Avanzamos hacia allá...

Marcos Mundstock: ¡Te quiero, te quiero!

Carlos López Puccio: Buen hombre, tenías razón... ¡Qué noche, qué mujeres!

Jorge Maronna: ¡Yo hice de columna!

Carlos López Puccio: Esa Harpía es increíble, me ha hecho prometerle que volvería a sus brazos...

Carlos Núñez Cortés: ¿Pero no os retuvo?

Marcos Mundstock: ¡No! ¡Nos expulsó de ese antro!

Carlos Núñez Cortés: ¿Y por qué?

Marcos Mundstock: Dice que somos demasiado degenerados...

Carlos López Puccio: No, de mí se enamoró. Cuando todo esto termine, me casaré con ella. 
Te amo, Harpía, te amo
No creí que ocurriría...
Era cierto que harías 
ralidad mis fantasías.

Tu amor desinteresado
para mí es algo inédito,
ninguna me había aceptado
pagar con tarjeta de crédito.

Carlos López Puccio: Y ahora... ¡A derrotar a Saladino! ¡Andando!

Carlos Núñez Cortés: ¡Christophe, Christophe, Christophe! 

Carlos López Puccio: ¿Qué pasa?

Carlos Núñez Cortés: Tengo algo que decirte: durante la noche que pasaste con Harpía, Saladino derrotó a tus tropas.

Carlos López Puccio: No, eso no puede ser, él no puede triunfar: Su fe es de peor calidad que la nuestra.

Carlos Núñez Cortés: ¡Pero triunfó!

Carlos López Puccio: ¿Y tú como sabes eso?

Carlos Núñez Cortés: ¡Christophe, es hora de que sepas quién soy!... ¡Soy el Arcángel Manuel!

Carlos López Puccio: Me inclino ante usted, su majest... eh... su altez...

Marcos Mundstock: Eh, es un arcángel.

Carlos López Puccio: ¡Su arcangelidad!

Carlos Núñez Cortés: Mira, traigo un mensaje para tí de... bueno, ya te imaginas. No debo nombrarlo en vano. 

Carlos López Puccio: Seguro que me felicita por mi cristiano desempeño...

Carlos Núñez Cortés: No exactamente, mira, me manda a decirte lo siguiente: "Christophe, eres un imbécil, ¿quién te mandó a pelear con Saladino?

Carlos López Puccio: ¿Un imbécil?. Pero... ¿en qué sentido?

Carlos Núñez Cortés: ¿Y cómo en qué sentido? ¡Te ordenaron traer la fe verdadera!, y tú ¿qué?... Saqueos, violaciones, arrasaste pueblos enteros...

Carlos López Puccio: Yo creí interpretar su voluntad, yo soy sólo un humilde siervo.

Carlos Núñez Cortés: En eso tienes razón: eres un animal. Por otra parte, lo de anoche, con Arpía, fue una vergüenza para la cristiandad.

Carlos López Puccio: Bueno... yo estaba un poco cansado... ¡Es la primera vez que me pasa!

Carlos Núñez Cortés: Mira, Christophe, te diré algo: no fue Saladino el autor del hechizo que te sacó fuera del frente... ¡Fui yo! Me ordenaron evitar que perecieras, por eso anoche te saqué con un soplo milagroso del campo de batalla y te empujé hacia el palacio de Harpía.

Carlos López Puccio: Harpía, mi amor...

Carlos Núñez Cortés: El Señor no quería que perecieras... La verdad, no sé por qué. Se ve que quiere tenerte el mayor tiempo posible lejos de su Gloria. 
No has entendido nada,
eres un animal.
Venías a una Cruzada,
y no a turismo sexual. 

Carlos López Puccio: ¿Y qué será de mí?

Carlos Núñez Cortés: Mira, es evidente que aquí en el Este has fracasado, así que el Señor te ha destinado a otra labor importante... Sí, ¡deberás llevar nuestra fe hacia el Oeste, a través del océano, descubrirás nuevas tierras! Mira, para no despertar sospechas, te vamos a poner un pseudónimo. ¿Cómo era que te llamabas?

Carlos López Puccio: Christophe de Cotillón.

Carlos Núñez Cortés: Christophe de Cotillón... Ahí está... ¡Cristóbal Colón!

Carlos López Puccio: ¿Para el Oeste?

Carlos Núñez Cortés: ¡Siempre para el oeste!

Carlos López Puccio: ¿Cómo voy a encontrar el camino, cómo voy a encontrar el rumbo correcto?

Carlos Núñez Cortés: No, no, no puedes equivocarte. El Señor te ha conferido un poder especial: el "Geo Poder Sagrado"... ¡El GPS!

Todos:
Los cruzados vamos ya
regresando hacia el oeste.
Avanzamos hacia allá,
¡coeste lo que coeste!

Carlos López Puccio: Arcángel, antes de partir, aclárame una duda: ¿el amor de Harpía, era fingido?

Carlos Núñez Cortés: Sí.

Carlos López Puccio: ¡No, no me digas eso, cómo es posible! ¿Pero qué es esa mujer?, ¿una maga, una hechicera, una bruja? Dime, ¡qué es Harpía!

Carlos Núñez Cortés: ¿Sabes lo que es Harpía? Mujer que comercia con su cuerpo, horizontal, cuatro letras. 

Carlos López Puccio: Ah... ¡Como mi mamá!




Transcripción del audio del video a letra: Victoria Garcia

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