Marcos Mundstock: El conocido pensador Umberto Della Noia dijo en cierta ocasión, ante una numerosa y calificada
audiencia, lo siguiente: "La Música es tal vez de todas las Artes la que
implica la mayor constelación de connotaciones plurisignificantes". Algunos comenzaron a retirarse. Un hombre le preguntó si hablaba de la música en general, y una señora si se
refería a la música en tanto categoría mítica, incluso varios le
preguntaron si se sentía bien. "La música...", siguió imperturbable mientras la gente seguía yéndose, "...está cada vez más presente: música para hacer gimnasia, para trabajar, para comer... algunos han llegado al extremo de poner música de fondo mientras escuchan música" y, ofuscado, dio un golpe sobre el escritorio. En ese momento, un anciano de rostro apacible, que era el único que permanecía en su asiento, con el golpe se despertó y comenzó a dirigirse hacia la salida con Della Noia caminando detrás, leyéndole los párrafos finales de su disertación. En la siguiente obra hemos tratado justamente de revertir el carácter accesorio de la música. Vamos a interpretar, en lugar de una escena acompañada por una canción, una canción acompañada por una escena. En dicha canción, los recuerdos del cantante son escenificados con mímica. Su título: "Quien conociera a María amaría a María".
Jorge Maronna:
Me sentía tan solo
que sufría y sufría
mi trabajo en el teatro
no me daba alegría.
Mis amigos trataban
en mis días más tristes
de brindarme consuelo
con sus bromas y chistes.
Y de pronto una noche
retornó mi alegría
irrumpiste en mi vida,
te llamabas María.
Descubrí tu figura
desde las bambalinas
derrochando hermosura
entre las bailarinas.
Vi tus labios ardientes
y tu andar elegante,
tu mirar atrayente,
tu cabello abundante.
Al tratar de acercarme
para saber tu nombre,
te encontré discutiendo
con aquel otro hombre.
Cuando ya te marchabas
ante ti aparecí
te conté que te amaba,
te reíste de mí.
Pero al verme sincero,
me pediste perdón,
de rodillas juraste
darme tu corazón.
Te pedí mil disculpas
por mi torpe irrupción,
tú llorando insistías
en pedirme perdón.
Me contaste de aquél
que en el teatro te hablaba,
hombre sórdido y cruel
al que antes amabas.
Era el jefe de escena,
hombre pérfido y bajo
que lograba de ellas
amor por un trabajo.
Sentí una gran pena,
sentí rebeldía,
y como eras ajena
sentí una profunda dicotomía.
Te ofrecí, ya en el parque,
un vivir diferente,
y tú callada mirabas
las estatuas y fuentes.
Y al cesar tu recelo
nuestros labios se hallaron,
las estrellas del cielo
más intensas brillaron...
(El cantante espera que se iluminen luces sobre el escenario)
Las estrelas del cielo brillaron...
Y entonces... Francisco García
encendió las estrellas del cielo...
(Las luces no se encienden)
... la noche estaba oscura.
Nos sentamos muy juntos,
pasé mi mano derecha
por debajo de tu brazo izquierdo
mientras tú apoyabas tu cabeza
en mi mano derecha
que yo había extendido
con la palma hacia arriba
y algo flexionada.
Y en ese momento...
Te pedí que dejaras
esa vida vacía
que a ese hombre olvidaras
y que al fin fueras mía.
Y mi vida fue otra
cuando al fin fuiste mía
y dejaste a ese idiota
de Francisco García.
Jorge Maronna:
Me sentía tan solo
que sufría y sufría
mi trabajo en el teatro
no me daba alegría.
Mis amigos trataban
en mis días más tristes
de brindarme consuelo
con sus bromas y chistes.
Y de pronto una noche
retornó mi alegría
irrumpiste en mi vida,
te llamabas María.
Descubrí tu figura
desde las bambalinas
derrochando hermosura
entre las bailarinas.
Vi tus labios ardientes
y tu andar elegante,
tu mirar atrayente,
tu cabello abundante.
Al tratar de acercarme
para saber tu nombre,
te encontré discutiendo
con aquel otro hombre.
Cuando ya te marchabas
ante ti aparecí
te conté que te amaba,
te reíste de mí.
Pero al verme sincero,
me pediste perdón,
de rodillas juraste
darme tu corazón.
Te pedí mil disculpas
por mi torpe irrupción,
tú llorando insistías
en pedirme perdón.
Me contaste de aquél
que en el teatro te hablaba,
hombre sórdido y cruel
al que antes amabas.
Era el jefe de escena,
hombre pérfido y bajo
que lograba de ellas
amor por un trabajo.
Sentí una gran pena,
sentí rebeldía,
y como eras ajena
sentí una profunda dicotomía.
Te ofrecí, ya en el parque,
un vivir diferente,
y tú callada mirabas
las estatuas y fuentes.
Y al cesar tu recelo
nuestros labios se hallaron,
las estrellas del cielo
más intensas brillaron...
(El cantante espera que se iluminen luces sobre el escenario)
Las estrelas del cielo brillaron...
Y entonces... Francisco García
encendió las estrellas del cielo...
(Las luces no se encienden)
... la noche estaba oscura.
Nos sentamos muy juntos,
pasé mi mano derecha
por debajo de tu brazo izquierdo
mientras tú apoyabas tu cabeza
en mi mano derecha
que yo había extendido
con la palma hacia arriba
y algo flexionada.
Y en ese momento...
Te pedí que dejaras
esa vida vacía
que a ese hombre olvidaras
y que al fin fueras mía.
Y mi vida fue otra
cuando al fin fuiste mía
y dejaste a ese idiota
de Francisco García.
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