viernes, 1 de junio de 2012

144. La hija de Escipión (Fragmento de ópera)

Marcos Mundstock:
La producción operística de Mastropiero sorprende por su notable coherencia. Pese a la diversidad de tantos dramas, comedias, tragedias… al oír un fragmento de cualquier ópera de Mastropiero se reconoce inmediatamente la mano del compositor. Por su estilo, por su fuerza expresiva y, sobre todo, porque la música es siempre la misma. Incluso, en los ensayos de sus últimas óperas reunía a los cantantes y, en vez de partituras, repartía sólo la letra. Por ejemplo se conserva de su ópera “El suplicio de sor Angélica” la letra del aria de soprano “Aléjate de mí, que soy más pura que los ángeles” con la siguiente indicación de puño y letra de Mastropiero: “Cántese con la melodía de mi anterior ópera, “La cortesana de Lamermoor”, aquella que dice “acércate papito que soy más voluble que las aves”. Como escribiera el crítico musical Harold Shönstein. Dice: “Todas las óperas de Mastropiero llevan su sello. El modo que tiene de componer óperas es un verdadero Modus Operandi, como los delincuentes famosos. Mejor dicho como otros delincuentes famosos. Por lo tanto –concluye- no comentaré más sus estrenos, enviaré al cronista de policiales”. 

Poco después salió publicada la siguiente crónica de una ópera de Mastropiero. Dice así: “Al levantarse el telón comparece el tenor (sexo masculino, contextura mediana) y dando muestras de encontrarse alcoholizado increpa a la soprano (contextura robusta, sexo indefinido…) y le reclama reanudar su relación. Esta se niega profiriendo alaridos y gritos desaforados, como si cantara, ante lo cual el arriba mencionado, en estado de emoción violenta, extrae de entre sus ropas una pistola calibre 22 y le efectúa a la “supraescripta” un disparo a quemaropa con orificio de entrada en el abdomen y orificio de salida… y orificio de salida. Luego, arrepentido por el ilícito, toma entre sus brazos a la soprano, aproximadamente un tercio de la misma. La damnificada se repone satisfactoriamente de sus heridas y decidida a perdonarlo lo estrecha en un fuerte abrazo. El tenor lanza un estridente Do de pecho, que en “prima facie” sería un pedido de auxilio. La escena finaliza sin tener que lamentar víctimas ni daños materiales”. 

Esta escena es, precisamente, la que no vamos a escuchar a continuación, ya que ninguno de los integrantes de Les Luthiers se avino a representar el rol de la soprano. En cambio interpretaremos un fragmento de otra ópera de Mastropiero, pero que lleva la misma música. Es la escena de “Daniel el seductor ante la ventana de Juana María del Sagrado Corazón”, de su ópera “La Hija de Escipión”.

Carlos Núñez Cortés, Carlos López Puccio y Jorge Maronna están sentados uno al lado de otro con sendos teclados, y Daniel entra en escena y comienza a cantar a la ventana de Juana María del Sagrado Corazón.
Daniel Rabinovich: Soy Daniel el Seductor,
y a la muy hermosa Juana
vengo a cantarle mi amor
al pie de su ventana.

Núñez, Maronna y Puccio: ¡Date prisa, señor pues al alba despierta su padre!

Daniel Rabinovich: Terminaré antes de que amanezca.
Núñez, Maronna y Puccio: ¡Date prisa, señor!
Daniel Rabinovich: De que amanezca.
Núñez, Maronna y Puccio: ¡Date prisa, señor!
Daniel Rabinovich: de que amanezca…. ¡Más rápido no puedo!
Núñez, Maronna y Puccio: ¡Comienza de una vez!
Daniel Rabinovich: Juana, ya sé que es tarde
Espero que puedas perdonarme
Asómate, casta Juana, 
Asómate a la ventana…
Núñez, Maronna y Puccio: ¡No te ha escuchado, debes llamar su atención!
Daniel Rabinovich: Soy Daniel, el Seductor
Y he venido a cantarte mi amor
Y he venido a cantarte mi amor
¡¡¡JUANA!!!
Núñez, Maronna y Puccio: ¡No!
Jorge Maronna: ¡No, que puede escucharte su padre, Escipión!
Daniel Rabinovich: No temo la ira de un anciano.
Carlos Núñez: ¡Es una locura desafiar la prohibición de cortejar a Juana María del Sagrado Corazón! La más noble, la más pura, la hija de Escipión.
Daniel Rabinovich: No temo a ese viejo cretino.
Jorge Maronna: ¡Oh! Escipión ganó su fama luchando contra los infieles
Por eso el pueblo le llama “Escipión el a…”
Daniel Rabinovich: ¡No me importa!
Jorge Maronna: “Escipión el a…”
Daniel Rabinovich: ¡No me interesa!
Jorge Maronna: “… el asesino sanguinario”
Daniel Rabinovich: No me agradaría molestarlo…
Carlos Núñez: Cántale ahora, es tu oportunidad, 
Se ve la sombra de Juana, con toda claridad
En la ventana.
Núñez, Maronna y Puccio: Escipión asesinó a cuarenta y dos sujetos
Porque el consideró que a su hija le faltaron
El respeto.
Daniel Rabinovich: Soy Daniel el respetuoso seductor
Y he venido a cantarle mi amor
Adoro su mano-no-no-no
Adoro su pelo-lo-lo-lo
Adoro su boca… también.
Núñez, Maronna y Puccio: ¡Su padre ha despertado!
Carlos Núñez: De sólo verlo me aterro!
Núñez, Maronna y Puccio: ¡Finge que eres un perro!
Daniel Rabinovich: Guau, guau, guau, guau, guau, guau, guau.
Guau, guau, guau, guau, guau, guau, guau, guau, guau.
Carlos Puccio: ¡Ya se fue! Se fue, se fue.
Daniel Rabinovich: Juana, ya sé que es tarde, 
Espero que puedas perdonarme.
Núñez: Escipión algo ha escuchado, alguna sospecha abriga
Núñez, Maronna y Puccio: ¡Finge que eres una amiga!
Daniel Rabinovich: Soy tu amiga, Leonor, 
Y he venido a cantarte ¡Mi amor!
Núñez, Maronna y Puccio: ¡No! ¡No lo has engañado, con gesto amenazador 
su espada ha desenvainado!
¡Finge que eres un ave, canta como el cuclillo!
Daniel Rabinovich: ¿El qué?
Núñez, Maronna y Puccio: ¡El cuclillo!
Daniel Rabinovich: Clu, clu, clu… No sé, nunca vi un cuclillo…
Núñez, Maronna y Puccio: ¡La grulla, el estornino!
Daniel Rabinovich: Guau, guau, guau…
Núñez, Maronna y Puccio: ¡No, algún ave!
Daniel Rabinovich: ¿La gallina es un ave?
Núñez, Maronna y Puccio: ¡Sí!
Daniel Rabinovich: Co, co, co, co, co, co, co, co, co, co.
Co, co, co, co, la gallina canta co, co
Co, co, co, co, co, co, co.
Corococó, co, co, co, co
Co, co, co… 
¡Ese es el gallo! Kirikikí, ki, ki, ki, ki
La gallina corococó, co, co, co, co.
El gallo le pregunta:”¿Kirikikí?”
¡Co, co, co, co! Le dice…
Co, co, co…
Y están los pollitos pío, pío, pío.
Y el gallo le pregunta: ¿Kirikikí?
¡Co, co, co, co! 
¿No ves que están los pollitos?
Pío, pío.
Corococó, co, co, co, co… ¿Cómo le va?
¿Como le va, don Escipión?
¡Qué bonito piyama! ¡Qué elegante se lo ve, parece la sota de espadas!
¿Qué anda haciendo por aquí a estas horas de la noche?
Marcos Mundstock: ¡Cazando gallinas!
¡Te mataré, gallina!
Daniel Rabinovich: ¡Miau, guau, muuu!
Marcos Mundstock: Sólo un príncipe puede pretender
A Juana María del Sagrado Corazón.
La más noble, la más pura, 
La hija de Escipión.
Daniel Rabinovich: ¡Usted no entiende mi situación…!
Tenía una ilusión ingenua y sincera…
Ansiaba estar con ella un momento aunque sólo fuera…
Pero ahora comprendo que era una quimera…
Marcos Mundstock: Tu sinceridad me ha conmovido, 
Nunca me engaño con la gente.
Veo que eres de sangre noble,
Y además honesto y decente.
¡Por mi fe, tendrás lo que has pedido!
Daniel Rabinovich: ¿Y yo qué he pedido?
Marcos Mundstock: ¡Juana será tu esposa!
Daniel Rabinovich: Vea, don Escipión… yo no soy noble.
Marcos Mundstock: ¡El dinero también da nobleza!
Daniel Rabinovich: Pero yo soy muy pobre y mi familia también. Son años que arrastramos esta penosa situación económica que nos embarga.
Marcos Mundstock: ¡Me gusta tu franqueza!
Te casarás con Juana, 
De mi decisión me fío.
Tendréis una boda cristiana
Daniel Rabinovich: Hay algo más… Soy judío.
Marcos Mundstock: Quien no escucha ni dialoga
Tiene el corazón vacío
Casaos en la sinagoga…
Pero que no vaya ni un judío.
Daniel Rabinovich: Pero si voy yo…
Marcos Mundstock: Ni peros, ni sermones, 
Yo también he sido joven
Y entiendo que cuando se ama
No debe haber, no debe haber condiciones.
Daniel Rabinovich: Pero entonces, ¿Consentís nuestra relación?
Marcos Mundstock:
Daniel Rabinovich: ¿Sin condiciones?
Marcos Mundstock: Aja.
Daniel Rabinovich: ¿Y puedo terminar mi canción?
Marcos Mundstock: Harás que me emocione…
Daniel Rabinovich: Juana, ya sé que es tarde, 
Espero que puedas perdonarme.
Cada noche que pasamos en tu lecho es maravillosa
Pero hoy no podré quedarme, 
Porque me espera mi esposa.
Marcos Mundstock: ¡Hija, estoy indignado!
¿Es esto lo que has aprendido
De todo lo que te he enseñado?
No me importa que sean judíos…
No me importa que sean pobres…
Lo que me indigna… ¡Es que no les cobres!






Fuente: Los Luthiers de la Web

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