viernes, 1 de junio de 2012

149. Me engañaste una vez más (Tanguito)

Marcos Mundstock:
Mastropiero ya había vivido en Roma, el alma del mundo, en París, el corazón del mundo, pero se sentía intrigado por Buenos Aires. Y cuál... ¿Porteños?... Y cuál no sería su sorpresa al llegar a Buenos Aires y comprobar que sus habitantes se sentían el ombligo del mundo. Pronto descubrió que la tan mentada arrogancia de los argentinos tenía sus altibajos. En efecto, a veces se sentían los mejores de América Latina, pero a veces también se sentían... los mejores del mundo. Le llamó la atención su orgullo por tener el río más ancho, la calle más larga, alguno hasta se jactó de que los enanos argentinos eran los más altos. O la difundida creencia de que "Dios es argentino", y que cuando el Señor anunció "Buenos Aires será la reina del Plata", un coro de porteños se lamentó: "¿cómo de Plata? ¡qué macana, salimos segundos!". De todas maneras, Mastropiero se sintió atrapado por la música de Buenos Aires. Respecto del tango, lo ignoraba todo, jamás había compuesto uno, a diferencia de su prolífica producción en otros géneros musicales que igualmente ignoraba. Y el que lo inició en su amor por el tango fue el famoso malevo y cantor de los arrabales, Celedonio Nicanor Compagnucci. Sus creaciones combinan con maestría la íntima pasión con el sentimiento social. Recordemos a Compagnucci y su famoso tango "Me engañaste una vez más". Escuchemos.

(Empieza a sonar la música y Daniel comienza a recitar)

Daniel Rabinovich:
Tango argentino: recuerdo, rezongo, rencor, remordimiento... todo con "re". Tango argentino, tango reo, tan-gorrión, tan-gordito. Tango argentino de amores contrariados, de hombres de verdad, hombres de hierro; de minas fieles, minas de hierro, minas de carbón, minas de cobre... Minas Gerais. Tango argentino, símbolo, tarjeta de presentación. En cualquier rincón del mundo resuena un tango, y a su alrededor se levanta un murmullo: "¡cuidado!... argentinos". Tango argentino, canción dolida del hombre abandonao.

(Una vez finalizado el recitado, comienza a cantar el tango)

Daniel Rabinovich:
Hiciste mil promesas, de un futuro mejor;
que todo cambiaría, y que habría paz y amor.
Hiciste grandes planes, que tu amor me darías,
que seríamos felices, que esta vez cumplirías.
Y hoy me digo acongojado ¿para qué? ¿para qué?
si nada ha cambiado, ¿para qué te voté? 



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