Marcos Mundstock: La música religiosa ha presentado
históricamente diversas formas, por ejemplo, los himnos gregorianos,
que sólo se cantan, las misas para coro y orquesta, que se tocan y se
cantan, los coros de novicias, que se miran y no se tocan.
A continuación representaremos la ópera sacra, sobre un tema del Antiguo
Testamento, "Daniel y El Señor", de Camille Saint-Jacques.
Camille Saint-Jacques era un compositor muy creyente: creía en Dios y
creía en milagros, por ejemplo, creía que su música...
podía gustarle a alguien. Analizando sus partituras cuesta distinguir si
corresponden a comienzos o a mediados de siglo; más aún,
es imposible distinguir de qué siglo se trata. Pero los especialistas lo
consideran un compositor post-romántico; romántico por
su estilo, y post porque toda su formación la hizo por correo. Su ópera
sacra "Daniel y El Señor", que escucharemos a continuación,
narra las desventuras de Daniel, jefe de los hebreos; los filisteos han
puesto sitio a la ciudad y se mantienen al acecho.
En un principio, Saint-Jacques no sabía si titularla "Daniel y El
Señor", o "El sitio", o "El acecho", o una combinación de los tres:
"¿Qué has hecho en ese sitio, señor Daniel?". Cuando comienza la ópera,
Daniel ruega a Jehová que lo ayude. También el Supremo
Hacedor está en escena, rodeado por sus ángeles, pero Daniel no lo ve.
Cuando Jehová se le aparece, Daniel duda de su divina presencia.
(Puccio, Jorge y Carlos Núñez hacen de coro de ángeles mientras tocan el teclado, sentados al pie de una gran nube por donde asoma Marcos, que hace de Dios. Mientras, Daniel reza tras una muralla)
Coro:
Señor todopoderoso, hay un creyente que tu ayuda reclama;
ayúdalo, Dios omnipotente, pues su derrota es inminente.
Daniel Rabinovich:
Ayúdame Señor, la ciudad está sitiada,
los infieles nos atacan y mi tropa está rodeada.
La ciudad ya está en llamas, hay infieles por doquier,
hay infieles hasta en mi cama: está mi mujer.
Coro: Pobre muchacho Marcos Mundstock: Pobre muchacho Coro: Pobre muchacho
Daniel Rabinovich:
Tú que todo lo puedes, te ruego que los hagas huir,
tú que todo lo sabes... Marcos Mundstock: Todo es mucho decir.
Daniel Rabinovich:
Evita que triunfe el inicuo con sus malas artes.
Tú que ves todas las cosas, tú que eres poderoso,
tú que eres ubicuo, es decir, que estás en todas partes.
(Marcos no sabe cómo representar por gestos su don de la ubicuidad)
Daniel Rabinovich: ¿Por qué toleras la maldad? Marcos Mundstock: ¡Qué ingenuo!
Daniel Rabinovich: Tú que eres todo amor. Marcos Mundstock: ¡Qué simple!
Daniel Rabinovich:
¿Cómo no te conmueves, tú que eres todo piedad?
¿Por qué dejas al invasor salir triunfante? Marcos Mundstock: ¡Qué necio!
Daniel Rabinovich:
Tú que eres noble, sabio, todopoderoso,
apuesto, buen mozo, delicado, sensible,
fino y elegante. Marcos Mundstock:
Qué muchacho tan inteligente,
¡es suficiente!
Coro: Daniel... Daniel... Daniel Rabinovich: ¿Qué pasa?
Marcos Mundstock: Daniel, escucha. Daniel Rabinovich: ¿Quién eres? Marcos Mundstock: Soy Aquél por quien tú eres.
(Daniel se queda igual que estaba tras esta confusa explicación. Mientras Marcos va explicando quién es, Daniel intenta averiguar de dónde viene esa voz que le está hablando)
Marcos Mundstock:
Yo te saqué de Egipto, te conduje por la vida.
Luego, a través del Mar Rojo, te guié hasta la Tierra Prometida,
cruzando el Sinaí, a Tierra Santa te traje,
por el mundo te esparcí...
Daniel Rabinovich: ¡Eres de la agencia de viajes!
Coro: ¡No!
Marcos Mundstock:
Soy el Supremo Hacedor,
tu amo, Jehová, tu Señor.
Coro: Amén.
Daniel Rabinovich: ¡Mi Dios, mi Dios! (Daniel descubre por fin a Marcos) ¿Mi Dios? ¡Rick!
(Daniel hace alusión a Rick el forajido, el personaje interpretado por Marcos en la obra anterior, "Lo que el sheriff se contó")
Coro: ¡No, no!
Daniel Rabinovich: ¿Tú eres mi Dios, de veras, el omnisapiente? Marcos Mundstock: Te lo probaré fehacientemente, pregunta lo que quieras.
Daniel Rabinovich: ¿Cuál es la raiz cuadrada de dos? Marcos Mundstock: 1,414213562.
Daniel Rabinovich: ¿La capital de Bulgaria? Marcos Mundstock: Sofía.
Daniel Rabinovich: El nombre de mi tía. Marcos Mundstock: Eulalia.
Daniel Rabinovich: Campeón mundial del 34. Marcos Mundstock: Suecia... ¡No, Francia! Con ese gol a gran distancia.
Daniel Rabinovich: ¿Quién hizo el gol de la victoria? Marcos Mundstock:
Yo soy quien concede la gloria
y en ese gol tan recordado,
un tiro que se iba desviado,
yo puse mi dedo, yo estaba allí
porque yo estoy en todos lados.
Daniel Rabinovich: Estás en todos lados...
¿Y por qué en esta batalla
no estuviste con mis soldados? Marcos Mundstock: Bueno... ¡no puedo estar en todos lados!
Daniel Rabinovich: Si verdaderamente eres mi Señor, ¿por qué me haces sufrir de esta manera?
Marcos Mundstock: Por el gran pecado que cometiste.
Daniel Rabinovich: ¿Conoces mi pecado?
Marcos Mundstock: Por supuesto, estoy en todos lados, estaba allí ese día.
Daniel Rabinovich: ¿Me viste con el marinero musculoso?
Marcos Mundstock: Ah, no, no, yo decía un día que blasfemaste. ¡Con un marinero!
Daniel Rabinovich: No, no, no, no. El día que blasfemé: cómo blasfemé ese día, ¿eh? Perdóname.
Marcos Mundstock: Bueno, bueno, no, pero ahora cuéntame mejor... ¡lo del marinero!
Daniel Rabinovich: Fue la primera vez... para él. ¡Para mí, para mí! Y la última, partió y nunca más lo vi. Señor, ahora perdóname y salva mi ciudad.
Marcos Mundstock: La ciudad será destruida: esa es la voluntad del Señor.
Daniel Rabinovich: Esa es mala voluntad. No comprendo por qué has de destruir esta ciudad que te es leal. Dime, Señor, ¿por qué haces esto? ¿Qué te pasa?
Marcos Mundstock: La voluntad del Señor es insondable.
Daniel Rabinovich: ¿Y qué quiere decir insondable?
Marcos Mundstock: Eh, ejem...insondable, si... insondable es algo que es... ¡aaah! ¡aaah!
Daniel Rabinovich: Pero explícamelo.
Marcos Mundstock: Acabo de explicártelo.
Daniel Rabinovich: Ah, no lo entendí.
Marcos Mundstock: Lo haré más fácil. Insondable es algo que es... ¡insondable! ¡insondable!
Daniel Rabinovich: ¡Abebeeebe! ¡Abebeebe!
Marcos Mundstock: No, "Abebebe" no. No, no, no, no, eso quiere decir otra cosa.
Daniel Rabinovich: ¡Pero explícamelo!
Marcos Mundstock: Bueno, menos pregunto yo, y perdono.
Daniel Rabinovich: Mis soldados están casi vencidos. Marcos Mundstock: Ah, perdón, no sabía que tenían fecha de vencimiento.
Daniel Rabinovich: Derrotados.
Coro:
Señor... debes ayudar al pueblo judío,
debes cumplir con la ley mosaica,
o te reprobará la Sociedad...
la Sociedad Hebraica.
Marcos Mundstock: Está bien, está bien, como me has servido lealmente y has confesado tu pecado, te ayudaré. Te concederé tres deseos, como hice con el del turbante... ¿cómo se llamaba...?
Daniel Rabinovich: ¿Aladino?
Marcos Mundstock: ¡Aladino!
Daniel Rabinovich: ¿Tengo que frotar algo?
Marcos Mundstock: No. No, simplemente me formularás tus deseos, yo te los concederé. Me ocupo de resolver tu asunto el lunes a primera hora, me pongo con el...
Daniel Rabinovich: ¡Me están invadiendo los filisteos, debes hacerlo ya!
Debes hacerlo ya,
está triunfando el filisteo. Marcos Mundstock:
Haré pues una excepción,
dime tu primer deseo.
Daniel Rabinovich: La ciudad es lo primero. Marcos Mundstock:
Destruiré al ejército infernal
arrojándole mi rayo justiciero,
impíos, aquí va vuestro final.
(Con un movimiento de brazo, arroja un rayo)
Daniel Rabinovich: ¡Has destruido mi ejército!
Marcos Mundstock: ¿Cómo, no eran los de azul?
Daniel Rabinovich: ¡No, los de verde!
Marcos Mundstock: ¡Oia, la erré! Bueno, no importa, ahora le tiro a los otros, ¿eh?... (Vuelve a mover el brazo, pero el rayo no sale) Uy, se trabó. (Tras algunos intentos fallidos, consigue arrojar otro rayo)
Daniel Rabinovich: Ahora has destruido la última muralla, los infieles nos invaden, ¡haz algo!
Marcos Mundstock: Sí, sí, ahora lo arreglo, ¿eh? (Mueve exageradamente el brazo)
Daniel Rabinovich: ¡No, no, pará con la boleadora!
Marcos Mundstock: Pero cómo se me viene a trabar justo ahí, estas cosas son así, en el momento que uno más lo... ahí se viene... es una porquería...
Daniel Rabinovich: Dime, tú ves el futuro, ¿verdad?
Marcos Mundstock: Sí, por supuesto, aunque también debo decirte que con la edad me he puesto un poco corto de vista, así que... no, no, no, veo, veo el futuro, pero veo digamos... unas dos horas.
Daniel Rabinovich: O sea, que no podrías decirme qué será de mí en los próximos años.
Marcos Mundstock: ¿Años? Como está la situación, con dos horas te sobra.
Daniel Rabinovich: Entonces, otórgame el segundo deseo. Se trata de mi mujer, la has hecho demasiado hermosa y todos la cortejan, le hacen proposiciones...
Marcos Mundstock: Bueno, es normal que a una mujer hermosa le hagan proposiciones.
Daniel Rabinovich: Ella las acepta todas. Es demasiado fogosa y yo no la puedo complacer. Señor, hoy moriré, pero deseo reivindicarme con ella. Ayúdame, adopta tú mi apariencia, y haciéndole creer que eres yo, hazle pasar un momento inolvidable.
Marcos Mundstock: Nooo... Eso es imposible. Eso sería: abuso de autoridad, sustitución de persona, asociación ilícita y uso indebido de instrumento público. No, no, no se puede, si se llegan a enterar me echan.
Daniel Rabinovich: Si tú no me ayudas, ¿quién me va a ayudar?
Coro: ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo!
Marcos Mundstock: Sit! ¡Pero caramba, válgame... Yo!
Daniel Rabinovich: Por favor, Señor, ayúdame, elévala hasta el éxtasis.
Marcos Mundstock: Ah, ¿es esa chica que está ahí?
Daniel Rabinovich: Sí.
Marcos Mundstock: Ah, qué... ¡oh!
Daniel Rabinovich: ¡Preciosa! Fue "Miss Galilea".
Marcos Mundstock: Ah, no, no, se ve que... Ay, ay, ay. Bueno, por ser tú, haré una excepción. Ella guardará un recuerdo imborrable, la elevaré hasta el éxtasis.
(Marcos sale del escenario. Suena una música muy sensual mientras Marcos le hace el "favor" a Daniel. Tras unos segundos, Marcos reaparece en escena)
Daniel Rabinovich:
¿Has hecho ya, mi Señor,
has hecho lo que te pedí? Marcos Mundstock:
No lo logré, hubo un inconveniente,
la verdad es que fracasé. Daniel Rabinovich:
¿No has podido conquistarla
y hasta el éxtasis elevarla? Marcos Mundstock:
No, lo que pasó es que
no he podido elevarla. Daniel Rabinovich: ¿Pero acaso tú no eres omnipotente? Marcos Mundstock: A mi edad yo ya soy omni-impotente.
Se burló con insolencia. Daniel Rabinovich: Se burló de ti. Marcos Mundstock:
Yo tenía tu apariencia,
en realidad se burló de ti. Pero Daniel, nada de eso importa ahora, porque vendrás conmigo al Paraíso.
Daniel Rabinovich: ¿No había plateas?
Marcos Mundstock: Al Paraíso, al Edén. Sígueme.
Daniel Rabinovich: ¿Sabes, Señor? Cuando yo era pequeño solía hablar contigo todas las noches.
Marcos Mundstock: Ah, ¿eras tú el que no me dejaba dormir?
Daniel Rabinovich: Es que en ese entonces yo creía que existías tú y el demonio.
Marcos Mundstock: ¡Por supuesto! ¿Acaso ya no crees?
Daniel Rabinovich: Ahora creo que contigo es suficiente.
Ya no tengo ciudad,
pero iré al Paraíso.
Y ya no tengo pareja,
pero tengo aún tu compromiso. Marcos Mundstock: ¿Qué compromiso era? Daniel Rabinovich: Me debes el tercer deseo. Marcos Mundstock: Es verdad. Daniel Rabinovich: Oh, todopoderoso. Marcos Mundstock: Pide lo que quieras... Pide lo que quieras.
Daniel Rabinovich: ¡Quiero el marinero musculoso!
(Puccio, Jorge y Carlos Núñez hacen de coro de ángeles mientras tocan el teclado, sentados al pie de una gran nube por donde asoma Marcos, que hace de Dios. Mientras, Daniel reza tras una muralla)
Coro:
Señor todopoderoso, hay un creyente que tu ayuda reclama;
ayúdalo, Dios omnipotente, pues su derrota es inminente.
Daniel Rabinovich:
Ayúdame Señor, la ciudad está sitiada,
los infieles nos atacan y mi tropa está rodeada.
La ciudad ya está en llamas, hay infieles por doquier,
hay infieles hasta en mi cama: está mi mujer.
Coro: Pobre muchacho Marcos Mundstock: Pobre muchacho Coro: Pobre muchacho
Daniel Rabinovich:
Tú que todo lo puedes, te ruego que los hagas huir,
tú que todo lo sabes... Marcos Mundstock: Todo es mucho decir.
Daniel Rabinovich:
Evita que triunfe el inicuo con sus malas artes.
Tú que ves todas las cosas, tú que eres poderoso,
tú que eres ubicuo, es decir, que estás en todas partes.
(Marcos no sabe cómo representar por gestos su don de la ubicuidad)
Daniel Rabinovich: ¿Por qué toleras la maldad? Marcos Mundstock: ¡Qué ingenuo!
Daniel Rabinovich: Tú que eres todo amor. Marcos Mundstock: ¡Qué simple!
Daniel Rabinovich:
¿Cómo no te conmueves, tú que eres todo piedad?
¿Por qué dejas al invasor salir triunfante? Marcos Mundstock: ¡Qué necio!
Daniel Rabinovich:
Tú que eres noble, sabio, todopoderoso,
apuesto, buen mozo, delicado, sensible,
fino y elegante. Marcos Mundstock:
Qué muchacho tan inteligente,
¡es suficiente!
Coro: Daniel... Daniel... Daniel Rabinovich: ¿Qué pasa?
Marcos Mundstock: Daniel, escucha. Daniel Rabinovich: ¿Quién eres? Marcos Mundstock: Soy Aquél por quien tú eres.
(Daniel se queda igual que estaba tras esta confusa explicación. Mientras Marcos va explicando quién es, Daniel intenta averiguar de dónde viene esa voz que le está hablando)
Marcos Mundstock:
Yo te saqué de Egipto, te conduje por la vida.
Luego, a través del Mar Rojo, te guié hasta la Tierra Prometida,
cruzando el Sinaí, a Tierra Santa te traje,
por el mundo te esparcí...
Daniel Rabinovich: ¡Eres de la agencia de viajes!
Coro: ¡No!
Marcos Mundstock:
Soy el Supremo Hacedor,
tu amo, Jehová, tu Señor.
Coro: Amén.
Daniel Rabinovich: ¡Mi Dios, mi Dios! (Daniel descubre por fin a Marcos) ¿Mi Dios? ¡Rick!
(Daniel hace alusión a Rick el forajido, el personaje interpretado por Marcos en la obra anterior, "Lo que el sheriff se contó")
Coro: ¡No, no!
Daniel Rabinovich: ¿Tú eres mi Dios, de veras, el omnisapiente? Marcos Mundstock: Te lo probaré fehacientemente, pregunta lo que quieras.
Daniel Rabinovich: ¿Cuál es la raiz cuadrada de dos? Marcos Mundstock: 1,414213562.
Daniel Rabinovich: ¿La capital de Bulgaria? Marcos Mundstock: Sofía.
Daniel Rabinovich: El nombre de mi tía. Marcos Mundstock: Eulalia.
Daniel Rabinovich: Campeón mundial del 34. Marcos Mundstock: Suecia... ¡No, Francia! Con ese gol a gran distancia.
Daniel Rabinovich: ¿Quién hizo el gol de la victoria? Marcos Mundstock:
Yo soy quien concede la gloria
y en ese gol tan recordado,
un tiro que se iba desviado,
yo puse mi dedo, yo estaba allí
porque yo estoy en todos lados.
Daniel Rabinovich: Estás en todos lados...
¿Y por qué en esta batalla
no estuviste con mis soldados? Marcos Mundstock: Bueno... ¡no puedo estar en todos lados!
Daniel Rabinovich: Si verdaderamente eres mi Señor, ¿por qué me haces sufrir de esta manera?
Marcos Mundstock: Por el gran pecado que cometiste.
Daniel Rabinovich: ¿Conoces mi pecado?
Marcos Mundstock: Por supuesto, estoy en todos lados, estaba allí ese día.
Daniel Rabinovich: ¿Me viste con el marinero musculoso?
Marcos Mundstock: Ah, no, no, yo decía un día que blasfemaste. ¡Con un marinero!
Daniel Rabinovich: No, no, no, no. El día que blasfemé: cómo blasfemé ese día, ¿eh? Perdóname.
Marcos Mundstock: Bueno, bueno, no, pero ahora cuéntame mejor... ¡lo del marinero!
Daniel Rabinovich: Fue la primera vez... para él. ¡Para mí, para mí! Y la última, partió y nunca más lo vi. Señor, ahora perdóname y salva mi ciudad.
Marcos Mundstock: La ciudad será destruida: esa es la voluntad del Señor.
Daniel Rabinovich: Esa es mala voluntad. No comprendo por qué has de destruir esta ciudad que te es leal. Dime, Señor, ¿por qué haces esto? ¿Qué te pasa?
Marcos Mundstock: La voluntad del Señor es insondable.
Daniel Rabinovich: ¿Y qué quiere decir insondable?
Marcos Mundstock: Eh, ejem...insondable, si... insondable es algo que es... ¡aaah! ¡aaah!
Daniel Rabinovich: Pero explícamelo.
Marcos Mundstock: Acabo de explicártelo.
Daniel Rabinovich: Ah, no lo entendí.
Marcos Mundstock: Lo haré más fácil. Insondable es algo que es... ¡insondable! ¡insondable!
Daniel Rabinovich: ¡Abebeeebe! ¡Abebeebe!
Marcos Mundstock: No, "Abebebe" no. No, no, no, no, eso quiere decir otra cosa.
Daniel Rabinovich: ¡Pero explícamelo!
Marcos Mundstock: Bueno, menos pregunto yo, y perdono.
Daniel Rabinovich: Mis soldados están casi vencidos. Marcos Mundstock: Ah, perdón, no sabía que tenían fecha de vencimiento.
Daniel Rabinovich: Derrotados.
Coro:
Señor... debes ayudar al pueblo judío,
debes cumplir con la ley mosaica,
o te reprobará la Sociedad...
la Sociedad Hebraica.
Marcos Mundstock: Está bien, está bien, como me has servido lealmente y has confesado tu pecado, te ayudaré. Te concederé tres deseos, como hice con el del turbante... ¿cómo se llamaba...?
Daniel Rabinovich: ¿Aladino?
Marcos Mundstock: ¡Aladino!
Daniel Rabinovich: ¿Tengo que frotar algo?
Marcos Mundstock: No. No, simplemente me formularás tus deseos, yo te los concederé. Me ocupo de resolver tu asunto el lunes a primera hora, me pongo con el...
Daniel Rabinovich: ¡Me están invadiendo los filisteos, debes hacerlo ya!
Debes hacerlo ya,
está triunfando el filisteo. Marcos Mundstock:
Haré pues una excepción,
dime tu primer deseo.
Daniel Rabinovich: La ciudad es lo primero. Marcos Mundstock:
Destruiré al ejército infernal
arrojándole mi rayo justiciero,
impíos, aquí va vuestro final.
(Con un movimiento de brazo, arroja un rayo)
Daniel Rabinovich: ¡Has destruido mi ejército!
Marcos Mundstock: ¿Cómo, no eran los de azul?
Daniel Rabinovich: ¡No, los de verde!
Marcos Mundstock: ¡Oia, la erré! Bueno, no importa, ahora le tiro a los otros, ¿eh?... (Vuelve a mover el brazo, pero el rayo no sale) Uy, se trabó. (Tras algunos intentos fallidos, consigue arrojar otro rayo)
Daniel Rabinovich: Ahora has destruido la última muralla, los infieles nos invaden, ¡haz algo!
Marcos Mundstock: Sí, sí, ahora lo arreglo, ¿eh? (Mueve exageradamente el brazo)
Daniel Rabinovich: ¡No, no, pará con la boleadora!
Marcos Mundstock: Pero cómo se me viene a trabar justo ahí, estas cosas son así, en el momento que uno más lo... ahí se viene... es una porquería...
Daniel Rabinovich: Dime, tú ves el futuro, ¿verdad?
Marcos Mundstock: Sí, por supuesto, aunque también debo decirte que con la edad me he puesto un poco corto de vista, así que... no, no, no, veo, veo el futuro, pero veo digamos... unas dos horas.
Daniel Rabinovich: O sea, que no podrías decirme qué será de mí en los próximos años.
Marcos Mundstock: ¿Años? Como está la situación, con dos horas te sobra.
Daniel Rabinovich: Entonces, otórgame el segundo deseo. Se trata de mi mujer, la has hecho demasiado hermosa y todos la cortejan, le hacen proposiciones...
Marcos Mundstock: Bueno, es normal que a una mujer hermosa le hagan proposiciones.
Daniel Rabinovich: Ella las acepta todas. Es demasiado fogosa y yo no la puedo complacer. Señor, hoy moriré, pero deseo reivindicarme con ella. Ayúdame, adopta tú mi apariencia, y haciéndole creer que eres yo, hazle pasar un momento inolvidable.
Marcos Mundstock: Nooo... Eso es imposible. Eso sería: abuso de autoridad, sustitución de persona, asociación ilícita y uso indebido de instrumento público. No, no, no se puede, si se llegan a enterar me echan.
Daniel Rabinovich: Si tú no me ayudas, ¿quién me va a ayudar?
Coro: ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo!
Marcos Mundstock: Sit! ¡Pero caramba, válgame... Yo!
Daniel Rabinovich: Por favor, Señor, ayúdame, elévala hasta el éxtasis.
Marcos Mundstock: Ah, ¿es esa chica que está ahí?
Daniel Rabinovich: Sí.
Marcos Mundstock: Ah, qué... ¡oh!
Daniel Rabinovich: ¡Preciosa! Fue "Miss Galilea".
Marcos Mundstock: Ah, no, no, se ve que... Ay, ay, ay. Bueno, por ser tú, haré una excepción. Ella guardará un recuerdo imborrable, la elevaré hasta el éxtasis.
(Marcos sale del escenario. Suena una música muy sensual mientras Marcos le hace el "favor" a Daniel. Tras unos segundos, Marcos reaparece en escena)
Daniel Rabinovich:
¿Has hecho ya, mi Señor,
has hecho lo que te pedí? Marcos Mundstock:
No lo logré, hubo un inconveniente,
la verdad es que fracasé. Daniel Rabinovich:
¿No has podido conquistarla
y hasta el éxtasis elevarla? Marcos Mundstock:
No, lo que pasó es que
no he podido elevarla. Daniel Rabinovich: ¿Pero acaso tú no eres omnipotente? Marcos Mundstock: A mi edad yo ya soy omni-impotente.
Se burló con insolencia. Daniel Rabinovich: Se burló de ti. Marcos Mundstock:
Yo tenía tu apariencia,
en realidad se burló de ti. Pero Daniel, nada de eso importa ahora, porque vendrás conmigo al Paraíso.
Daniel Rabinovich: ¿No había plateas?
Marcos Mundstock: Al Paraíso, al Edén. Sígueme.
Daniel Rabinovich: ¿Sabes, Señor? Cuando yo era pequeño solía hablar contigo todas las noches.
Marcos Mundstock: Ah, ¿eras tú el que no me dejaba dormir?
Daniel Rabinovich: Es que en ese entonces yo creía que existías tú y el demonio.
Marcos Mundstock: ¡Por supuesto! ¿Acaso ya no crees?
Daniel Rabinovich: Ahora creo que contigo es suficiente.
Ya no tengo ciudad,
pero iré al Paraíso.
Y ya no tengo pareja,
pero tengo aún tu compromiso. Marcos Mundstock: ¿Qué compromiso era? Daniel Rabinovich: Me debes el tercer deseo. Marcos Mundstock: Es verdad. Daniel Rabinovich: Oh, todopoderoso. Marcos Mundstock: Pide lo que quieras... Pide lo que quieras.
Daniel Rabinovich: ¡Quiero el marinero musculoso!
Fuente: Los Luthiers de la Web
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