(Marcos está de pie en escena con el micrófono en la mano. Por el lateral entra Carlos Núñez empujado por Daniel Rabinovich, quien tras introducirlo en escena lo presenta con un aspaviento circense al público. Una vez que Daniel sale de escena Marcos comienza la introducción de la obra con la entonación de presentador de circo que empleó en la obra anterior)
Marcos Mundstock: Este hombre, señoras y señores, hoy aquí, delante de todos ustedes, deberá enfrentar una prueba tremenda: ¡Deberá cantar una serenata!
(Al oír esto Carlos Núñez aterrado grita y sale corriendo de escena)
Marcos Mundstock: Esto que para cualquiera sería una tarea fácil y sencilla, gracias a su imbatible timidez se convierte en el acto más riesgoso y aterrador, y se convierte también en el comienzo del espectáculo de Les Luthiers.
(Mientras habla, uno de los asistentes le prepara el micrófono de pie, y Marcos se va acercando hasta estar delante de él. De repente cambia la entonación, como sólo él sabe hacerlo, y sigue presentando la obra con su entonación seria habitual)
Marcos Mundstock: El presente recital de Les Luthiers se ha de iniciar con uno de los géneros más divulgados en la historia del arte musical: la serenata. Mucha gente se pregunta por qué “la” serenata y no “el” serenata. Sí, son esas cosas que uno no… claro, esas cosas que a uno no se le ocurren, no las… no, no… no, claro, porque es muy natural que uno diga: “Ah, no, porque la serenata no sé qué…” pero… pero no… La explicación es muy simple: No escapa a cualquier espectador sagaz… y cuando decimos “espectador sagaz” no confundir “espectador” con “encendedor”… aunque este último a veces también es “a gas”… decíamos, si el espectador… sí, son esas cosas que uno no… si el espectador es sagaz, no debe escapársele… bueno, también si el encendedor es “a gas” tampoco debe escapársele… no debe escapársele el hecho de que las serenatas son ofrendadas en la mayoría de los casos por varones, o sea, que estamos en presencia de una forma musical esencialmente masculina. Pero cabe preguntarse: ¿cómo es una forma esencialmente masculina? Y también, ¿hay una forma esencialmente masculina?, cabe preguntarse… ¿la hay?, cabe preguntarse… ¿cabe?, hay que preguntarse… o sea, que dado que las serenatas… sí, son esas cosas que uno no, no… o sea, que dado que las serenatas las cantan los hombres, se designan con el sustantivo masculino: “El” serenata. Bueno, no, este… está bien, porque es el… es como un… no, pone acá… eh… no, no, no, el… es como un desarrollo, eh… que no… un arroyo pero que no el… no, no, está bien porque… escuchemos pues, de Johann Sebastian Mastropiero: “Serenata Tímida”.
(Entra por el lateral Carlos Núñez sin hacer ruido, vuelve a salir y entra de nuevo seguido por Ernesto Acher, Daniel Rabinovich, Jorge Maronna y Carlos López Puccio. Por gestos Carlos Núñez le indica a Acher que quiere cantar la serenata pero que no se atreve. Acher le acaricia la cabeza y comienza a sonar la música)
Carlos Núñez Cortés:
Ojalá mi valor me permita
Superar este miedo y cantarle
Quizás pueda en mi canto explicarle
El propósito de esta visita
De temor, y de nervios me muero
Su bondad, su paciencia reclamo
A quien quiera escucharme proclamo
Que a Cristina García la aaaaaa...
(Carlos, avergonzado, se da la vuelta sin atreverse a decir la palabra, y Daniel y Ernesto le animan)
Carlos Núñez Cortés: La aaaaaaaaaaa...
(De nuevo se da la vuelta, se acerca a Ernesto y, para descargar su frustración, da un pisotón al suelo, justo donde resulta estar el pie de Acher, que grita dolorido)
Carlos Núñez Cortés:
La aaaaaaaaaaargos años he pensado...
En decirle que... que... que...
(Los demás integrantes se deciden a echarle una mano, así que Daniel, Jorge y Puccio se adelantan un paso y cantan)
Coro: ¡La amo!
(Carlos, agradecido pero avergonzado, les indica que vuelvan a su lugar y le dejen terminar su serenata)
Carlos Núñez Cortés:
Ya no hay horas de paz para mí
Pues me turba su imagen amada
Desde el día en que la conocí
Siento una... siento una...
(Carlos muy nervioso se agarra al bolsillo del esmoquin de Acher, y de un tirón lo rasga. Para disimular continúa cantando)
Carlos Núñez Cortés: Ciento una, ciento dos, ciento tres...
(De nuevo, al no atreverse a continuar, los demás se adelantan y cantan)
Coro: ¡Siento una pasión desenfrenada!
(Carlos, aterrado, les corrige)
Carlos Núñez Cortés:
¡Una cierta atracción!
Me es difícil calmarme y hablar
Y diría si no se ofendiera
Que entonces, tal vez, yo quisiera...
Que entre ambos... muy juntitos...
(De nuevo Carlos se acerca a Ernesto, y esta vez le rasga el hombro del esmoquin)
Carlos Núñez Cortés: Entre ambos formar un hogar.
(Viendo que no se decide a expresar sus sentimientos, los demás se vuelven a adelantar y cantan hacia la ventana de Cristina)
Coro: ¡Te raptaré esta noche sediento de pasión!
Carlos Núñez Cortés: ¡Antes nos casaríamos!
Coro: Con éxtasis salvaje te morderé los labios
Carlos Núñez Cortés: Je… no, un besito en la mejilla… una cosa así…
Coro: Mis manos temblorosas recorrerán tu cuerpo
Carlos Núñez Cortés: Los cabellos, los cabellos…
Coro: ¡Arrancaré tus ropas…
Carlos Núñez Cortés: ¡No, no!
Coro: …ardiente de deseo…
Carlos Núñez Cortés: ¿Qué deseo? ¡No!
Coro: …quemado por el fuego febril de tu mirada!
(Carlos se vuelve a acercar desesperado a Acher pidiendo ayuda, y le rompe el otro hombro del esmoquin)
Coro: Hirviendo de ansiedad, me arrojaré en tu lecho. Y por fin podremos…
Carlos Núñez Cortés: ¡No, eso sí que no! ¡No!
Coro: …y por fin podremos…
Carlos Núñez Cortés: ¡Tomar una ducha helada!
Coro:
¡Sexo, sexo, sexo, mucho sexo!
¡Orgías, perversiones a granel!
(Jorge y Puccio se callan, pero Daniel emocionado continúa cantando sólo)
Daniel Rabinovich: ¡Sadismo, masoquismo, homosexuales al poder!
(Puccio le da un tirón para que se calle mientras Carlos desesperado se echa las manos a la cabeza)
Carlos Núñez Cortés: ¡Me echaron todo… me echaron todo a perder! ¡Son unos degenerados! ¿No se dan cuenta a quién le están cantando? ¡Un desastre, son unos degenerados! ¡Inmorales, animales! ¡¡¡Comunistas!!! ¿No se dan cuenta a quién le están cantando?
(Vuelve a sonar la música y Carlos continúa cantando)
Carlos Núñez Cortés:
No se ofenda por lo que ha escuchado
Bajezas infames, vulgar grosería
Yo sólo venía a pedirle la mano de su hija
Señor García.
Fuente: Los Luthiers de la Web
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