Marcos Mundstock: Por lo tanto... el compositor húngaro Lajos Himrenhazy compuso la música para la escena del “Encuentro en el restaurante”, de la pieza teatral “Felisa y Abelardo”.
(Marcos nota que le falta la primera hoja del texto e intenta disimular ante el público. Hace señas a Jorge para que se acerque y éste aparece con cara de vergüenza. Marcos trata de romper el hielo presentandolo al público)
Marcos Mundstock: Eh... un amigo, el público...
(Jorge saluda al público y sale de escena. Marcos vuelve a llamarlo y le susurra algo al oído, pero Jorge no parece entenderlo)
Marcos Mundstock: ¡La hoja!
(Jorge sale corriendo del escenario y vuelve con la hoja de una planta. Marcos se desespera y le indica por gestos la carpeta)
Jorge Maronna: ¡Ah, cuadrada! Sí, sí…
(Jorge vuelve con una hoja que Marcos comienza a leer rápidamente sin haber comprobado antes su contenido)
Marcos Mundstock: Supermercados García Hermanos… arroz 3,50… ¡No, no, no! ¡¡Es carísimo!!!
(Marcos decide improvisar el texto)
Marcos Mundstock: Eh… bueno, en fin… ¿Qué podemos agregar… sobre el famoso, el célebre compositor Lajos… eh… Lajos Himrenhazy que no se haya dicho ya? Bueno, él… eh… ejem…se trata de un… de un compositor, eh… un compositor… eh… lo podríamos definir como… no tanto en el… Nació… nació… nació. No, pertenecía a una familia muy… una familia… eh… provenía de los… eh… Era el menor… Cuando nació era el menor. No, y siguió… siguió siendo el menor un tiempo, casualmente hasta que nació el hermano… eh… Bueno, en realidad el tema del hermano merecería un desarrollo un poco más… eh… Debo decir, eh… no se sabe, por ejemplo, a ciencia cierta, eh… si tuvo hermanos. Me refiero, tal vez sí se sepa, yo en este momento lamentablemente no… no, no estoy en el… Bueno, y como toda biografía de un gran compositor, eh… bueno, ya se sabe, lo de siempre, ¿no? Típico, una familia de músicos que ya desde pequeño lo… lo van guiando, le van enseñando, ya tiene todo como… eh… O también, típico, una familia que se opone totalmente, ¿no? ¡Claro! Y justamente el caso de Lajos Himrenhazy es un típico ejemplo… eh… de uno de estos dos casos. Más aún, yo diría es un caso intermedio… Claro, un caso intermedio, que no es que le dijeran: “Mira que el futuro, la carrera, bla, bla, bla…” Tampoco le decían “No, no vayas”… Era una especie de “Si vos querés”. Eh…Y se ve que quiso. Claro, porque muy pronto comenzó a tomar sus primeras… eh… a tomar sus primeras… eh… con el viejito éste, ¿cómo se llamaba? El… iban todos ahí, el de… Bueno, ahí fue donde… Pero ahí también fue donde conoció, digamos, trabó relación, llegaron a, eh… la que luego sería, eh… Pero parece ser que esta muchacha, al mismo tiempo con otro de los que también iban allí al… y con uno de los profesores, decían… y con el portero… Sí, digamos que esta chica se había creado ya un cierto prestigio… ¡sí, que venía gente de otros pueblos! Claro, venían y lo primero que… “Che, decime…” “¡Ohhhh!” No me acuerdo si fue antes o después… no, fue después… lo que no me acuerdo es después de qué… Bueno y… claro, lo que sigue ya… bueno, no tiene sentido… ya cualquiera puede… en fin, es una… tampoco quiero seguir y seguir abundando en detalles… ejem… así que yo diría que pasáramos ya a presenciar la escena del “Encuentro en el Restaurante”, con música compuesta por Lajos… eh… ¡Una música…! No, no, una música que… En fin, no perdamos más tiempo, porque como bien dicen en inglés: “Time is money”, “El tiempo es un maní”.
(Daniel hace el gesto de recibir a alguien que llega y la acompaña a sentarse en una silla, y él toma asiento en otra silla. Durante toda la obra, habla dirigiéndose a la silla que ocupa su supuesta acompañante)
Daniel Rabinovich: Felisa, qué suerte habernos encontrado en este lugar íntimo y discreto, así podemos tomar una copa juntos, hacía tiempo que quería hablar con usted. Felisa, yo quiero insistir en lo nuestro… ¡No, no se vaya! ¡Felisa, no se vaya, por favor! Por favor, quédese. Siéntese. Felisa, se lo ruego, usted tiene que perdonarme, se lo ruego, Felisa... se lo ruego…
(Puccio toca el latín junto a Daniel, con violentos movimientos de arco que casi lo golpean, por lo que Daniel tiene que llamarle la atención)
Daniel Rabinovich: ¡A usted también se lo ruego!... Perdóneme, Felisa, se lo suplico. Usted no sabe lo que yo necesito, una mirada suya… (Se dirige a Puccio) ¡Ayúdeme! Extraiga de ese instrumento los sonidos más conmovedores…
Carlos López Puccio: ¡Conmovedores para la mesa dos!
Daniel Rabinovich: Felisa, usted me inspira los sentimientos más puros. (Se dirige a Puccio) Sentimientos puros…
Carlos López Puccio: ¡Los sentimientos salen puros!
Daniel Rabinovich: …y al mismo tiempo una pasión desgarradora… desgarradora…
Carlos López Puccio: ¿Desgarradora?
Daniel Rabinovich: ¡Sí!
Daniel Rabinovich: Es como el gorjeo de los pajarillos después de la tormenta. El gorjeo de los pajarillos…
Carlos López Puccio: ¡Pío, pío!
Daniel Rabinovich: No, no, no; después de la tormenta…
Carlos López Puccio: ¡Glub, glub!
Daniel Rabinovich: Felisa, lo que yo quiero decirle es que estoy tan ilusionado que pienso que…
Coro: ¡¡¡HEY!!!
Daniel Rabinovich: Muy bien, muy bien.
Carlos López Puccio: ¡Dice que muy bien!
Daniel Rabinovich: Felisa, lo que yo quiero decirle es que estoy tan ilusionado por este encuentro que creo que podríamos…
Coro: ¡¡¡HEY!!!
Daniel Rabinovich: Muy bien, muy bien.
Carlos López Puccio: ¡Dice que vamos muy bien!
Daniel Rabinovich: Felisa, lo que yo quería decirle es que…
Coro: ¡¡¡HEY!!!
Daniel Rabinovich: ¡Termine con esa música!
Carlos López Puccio: Dice que quiere la otra música…
Daniel Rabinovich: Felisa… Basta, basta, no lo soporto más.
Coro:
No lo soporto más
Ese amor que me mata
No lo soporto más…
Daniel Rabinovich: ¡¡¡BASTA!!! ¡Osssú!
(Daniel amenaza a los músicos, y estos deciden dejar de tocar)
Daniel Rabinovich: Felisa, desde que usted dejó de hablarme añoro la cadencia de sus palabras, echo de menos esa melodía…
Carlos López Puccio: ¡Acá está!
(Los músicos comienzan a tocar de nuevo. A continuación Daniel intercala dos diálogos, uno con su acompañante y otro con Puccio, dando lugar a malentendidos)
Daniel Rabinovich: ¿Usted, otra vez? ¡Váyase de aquí! No, usted no, por favor, quédese.
Carlos López Puccio: Me parecía…
Daniel Rabinovich: Dígame la verdad, Felisa… ¡Váyase de aquí! Usted quédese, quédese aquí ¡Váyase de una vez! ¡Quédese! ¡Váyase! ¡Usted quédese ahí! ¡Váya…! ¡Quéde…! ¡NO TOQUE MÁS! ¡NO TOQUE MÁS! ¡No toque más!
(Carlos Núñez, asustado por los gritos, intenta salir del escenario gateando, pero Daniel le mira amenazante y Carlos vuelve al piano)
Daniel Rabinovich: No toque más, si hace lo que le pido le pagaré... ¡No, no se lo decía a usted! Estaba hablando con él… ¿Cómo podría pensar en pagarle? Ha sido un malentendido, Felisa, empecemos todo nuevamente.
Carlos López Puccio: ¡Cómo no! ¡Todo nuevamente!
Daniel Rabinovich: Bueno, está bien, toque. ¡No, a él le decía que toque! Felisa, usted tiene que perdonarme por lo que pasó el otro día en la playa. Reconozco que estuve muy impulsivo, pero usted, ¿por qué escapó de ese modo, a la vista de todo el mundo? Sí, es cierto que yo corría detrás de usted… dando aullidos… pero yo la corría para reparar mi falta, Felisa. Sólo quería devolverle su traje de baño… Comprendo que está ofendida conmigo, que me exige una satisfacción. Yo puedo darle mucha satisfacción, Felisa. Vea, conozco un lugar precioso, rodeado de pinos con un lago, las montañas… no parece un hotel… Felisa, déme otra oportunidad. Pienso todo el día en usted, cada día que pasa pienso más en usted. Pienso en el momento en el que usted accederá por fin a mis requerimientos y me pregunto, en ese sublime instante, ¿qué me habrá de suceder?
(Puccio ejecuta con el latín una secuencia descendente de notas)
Daniel Rabinovich: Felisa, deme otra oportunidad. Se lo suplico, amor mío… ¿En serio, Felisa? Entonces, ¿me perdona? ¿Usted también me ama? ¡Soy el hombre más dichoso del mundo!
(La música acaba y Daniel se dirige a los músicos)
Daniel Rabinovich: Muy bien, muchas gracias, felicitaciones. Igualmente, muy bien. Estoy muy satisfecho, no tenía muchas... ¡Ahí viene Felisa! ¡Esta vez viene de verdad! ¡Toquen, toquen!
(Vuelve a sonar la música desde el principio. Daniel se apoya en el piano dispuesto a recibir a Felisa, esta vez de verdad)
Fuente: Los Luthiers de la Web
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