Marcos Mundstock: Ahora vamos a recordar a un famoso cantautor, Manuel
Darío, ídolo de la música popular. Un artista que
ha vendido millones de discos, ha llenado estadios con sus recitales.
Veremos justamente fragmentos de esos recitales, también la
grabación de una entrevista en la que Manuel Darío cuenta
su vida y testimonios de gente que lo ha conocido de cerca. Y lo
recordamos hoy porque como todos saben en estos días se cumple un triste
aniversario... Veinte años, veinte años ya del trágico día
en que Manuel Darío… comenzó a
cantar en público.
Daniel Rabinovich:
Cuando te veo me late el corazón.
Cuando te veo me late el corazón.
Cuando no te veo también me late.
¡Qué suerte, que suerte! ¡Con esta canción gané el premio de la Sociedad de Cardiología!
Carlos López Puccio: Yo soy el que mejor conoce a Manuel Darío, he sido su representante todos estos años. Lo que más me atrae de sus canciones es su riqueza en concepto… en concepto de mi porcentaje. Es asombroso su éxito en general pero quienes más lo comprenden son los jóvenes. Los muy jóvenes, de cuatro a seis años.
Daniel Rabinovich: Yo nací en el seno de una familia muy humilde. En casa éramos muy pobres y tuve que empezar a trabajar siendo muy pequeño. Desde entonces ya componía pequeñas canciones… bastante geniales, la verdad. Uno… uno de mis primeros trabajos fue en un puestito de venta de frutas y verduras, y una de mis primeras canciones decía: "Vuelvo a ti tras larga espera... ¡Pera, jugosa la pera!" Mientras componía las canciones vendía la mercancía... eran peras. "Ven a mí, de mi mano tómate... ¡Tomate, tomate!"... "Esta lluvia a mí me empapa... ¡Lluvia!" A veces me equivocaba, también… Pero la verdad es que yo soy lo que soy… Muchas gracias, muchas gracias. Soy lo que soy, tengo el éxito que tengo gracias a tanta gente que creyó en mi talento. Por ejemplo en casa tuve muchísimo apoyo de mis padres… mis padres…
(El foco ilumina a Marcos y Jorge que están de pie, y a Carlos Núñez que está sentado)
Marcos Mundstock: Nosotros somos los padres de Manuel Darío.
Carlos Núñez Cortés: Y yo soy la madre.
(Marcos mira sorprendido a Jorge y éste sale de escena)
Marcos Mundstock: No, hubo un pequeño error… nosotros somos los padres de Manuel Darío. No, lo que pasa es que está oscuro…
Carlos Núñez Cortés: Josecito me decía cuando era chiquito, pobre, me decía… Bueno, para mí siempre va a ser Josecito, ¿eh? No Manuel Darío, como le dicen ahora… Me decía: “Mamá, me encanta tocar la guitarra” ¡Ohhh! ¡Se pasaba el día practicando! “Ay, cuando sea grande quiero ser cantautor, cantautor” me decía. En aquel entonces era un sueño imposible…
Marcos Mundstock: Sí, sueño imposible. ¡En casa ninguno podíamos dormir!
Carlos Núñez Cortés: ¿Te acordás viejo cuando cumplió quince años? ¡Ohhh! Vos mismo le regalaste su primera guitarra.
Marcos Mundstock: Sí, se la quité y la regalé.
Daniel Rabinovich: Sí, mis viejos me apoyaron siempre muchísimo. Mamá es la de barba. Ella me dice Josecito porque me llamo José, Manuel Darío es mi seudónimo. Manuel Darío, como el poeta… El de las “Rimas de Becket”. “Y yo que la llevé al río creyendo que era mozuela…”, “ser o no ser, esa es la cuestión” y tantas otras compuso, ¿no?… Hubo mucha gente que creyó en mi talento, como mi primera maestra, la señorita Cristina, ella también creía en mí.
Jorge Maronna: Manuel Darío era un niño muy especial. Ya de pequeño se destacaba de los demás. Era muy burro…
Daniel Rabinovich: La señorita Cristina, cómo me comprendía… Jamás me reprochó que faltara a clase. Es más, me pedía que faltara. ¡Cómo lloró cuando repetí primer grado!
Jorge Maronna: ¡Ay, sí, pero pobrecito cómo sufrió! Jamás lo pudo superar… el primer grado.
Daniel Rabinovich: La primera maestra, el primer amor imposible. Y así fue, ella estaba enamorada de mí. A pesar de la diferencia de edades, yo era mucho mayor… Y cuando estaba a punto de pasar a segundo grado tuve que optar: la música o seguir mis estudios.
Jorge Maronna: ¡La música, la música!
Daniel Rabinovich: La señorita Cristina me impulsó a seguir con la música porque creía en mi talento. Al principio las cosas me fueron muy difíciles, pasé hambre. Pero de a poco comencé a vender algunos discos, después vendí la radio de papá, el reloj… Uno de mis primeros éxitos fue “Esa mujer me hace sufrir”. Todavía hay gente que lo recuerda.
Carlos López Puccio: Sí, sí, hay gente muy rencorosa.
Daniel Rabinovich:
Esa mujer me hace sufrir ante su vista,
quiero hablarle y no puedo,
quiero hablarle y no puedo,
esa mujer me hace sufrir...
esa mujer es mi dentista
Carlos López Puccio: No se puede negar que Manuel Darío sabe conmover a su público, tiene muy claros sus objetivos. Sus canciones tristes son para llorar, y sus canciones alegres… también son para llorar.
Daniel Rabinovich: Al principio los críticos no me comprendían pero con el tiempo me han ido aceptando cada vez más. Sin ir más lejos el crítico de la “Gaceta del espectáculo” elogió la calidad y la cantidad de mi producción.
Carlos López Puccio: Dice el crítico: "En su obra la cantidad no va en desmedro de la calidad. Todo lo contrario, va en desmedro. Su capacidad de producción es asombrosa, trabaja constantemente como si no pudiera dejar de componer. Y uno se pregunta ¿no podría dejar de componer?"
Daniel Rabinovich:
Te quiero más que a mi vida,
mi vida eres tú.
Pero si mi vida eres tú,
y yo te quiero más que a mi vida,
quiere decir...
que te quiero más que a ti misma.
Es filosófica esta canción, ¿eh? ¡Yo no la entiendo! Con la siguiente canción conquisté el mercado de los Estados Unidos:
Me enamoré en Ohio,
a lo lejos canta un gallo,
shalala lalala.
Bella muchacha de Texas,
¿Por qué te vas y me "dexas"?
Shalala lalala.
Pero la mujer de Nevada
es la más agraciada,
shalalala.
La mujer de Connecticut
es la más ecléctica,
shalalala.
Y la mujer de Utah... también.
Jorge Maronna: Sí, sí, claro, por supuesto me acuerdo muy bien de ese muchacho. Él vino a verme a mi consultorio… yo soy psiquiatra… Y lo encontré muy mal, muy trastornado.
Daniel Rabinovich: Y justo en el momento de mayor éxito, cuando todo me iba bien... había conquistado los Estados Unidos, también había conquistado Norteamérica... me empecé a sentir mal, cada día peor, una cosa horrible. No comía, no dormía… me sentía vacío por dentro. Eso es porque no comía… Tenía miedo de estar volviéndome loco, de ser un caso de asma, o doble personalidad o algo así. Pero el doctor Pérez Osorio me tranquilizó por completo.
Jorge Maronna: Doble personalidad, no, no, para nada. Él no llegaba ni a una personalidad. Vea, en mis tratamientos la primera etapa consiste en muy simples ejercicios para poner la mente en blanco y no pensar en nada.
Daniel Rabinovich: Se ve que no me vio tan mal, porque dijo que conmigo esa primera etapa no iba a ser necesaria.
Jorge Maronna: Es que mi teoría sostiene que la mayoría de las personas usa sólo la mitad de su poder mental, es decir, desaprovecha el cincuenta por ciento de su poder mental.
Daniel Rabinovich: Me dijo que era un superdotado.
Jorge Maronna: ¡Desaprovechaba el cien por ciento!
Daniel Rabinovich: Contando entonces con un diagnóstico favorable del doctor Pérez Osorio le llevé mis canciones al gran académico, profesor y catedrático López Jaime.
Marcos Mundstock: ¡Oppenheimer! Sí, por favor, yo me llamo Franz Oppenheimer. Soy profesor superior de música, de armonía, composición y contrapunto. He sido premiado en música sinfónica y en ópera y ballet condecorado… o sin decorado, lo mismo... jo, jo, jo... jo, jo, jo... jo, jo, jo... jo, jo, jo... Claro, porque con... le explico... condecorado... sin... eehhh... Manuel Darío está un poeta muy... ¿cómo se dice? Muy espontá… No, muy espantoso, pero su música está fuero de la común, que no se abunda... no, ¡que nauseabunda!
Daniel Rabinovich: El profesor López Jaime reconoció que mis canciones llegan al alma, que mis recitales no hay que pensarlos, hay que sentirlos.
Marcos Mundstock: En efecto, yo fui a uno de sus recitales y realmente… lo siento.
Daniel Rabinovich: Yo le confesé que tocaba y componía de oído pero bueno, muchos inspirados compositores populares no saben escribir música.
Marcos Mundstock: ¡Por lo menos saben escribir su nombre!
Daniel Rabinovich: A medida que le cantaba mis canciones me di cuenta que el profesor se iba emocionando visiblemente, hasta me pareció ver dos lágrimas que querían escaparse de sus ojos.
Marcos Mundstock: Bueno, eh… lágrimas escaparse, no… ¡Yo me quería escapar!
Daniel Rabinovich: Por fin le pregunté: "Profesor, qué opina usted de mí como cantautor?" Y él me aconsejó firmemente que siguiera cantando.
Marcos Mundstock: Ah, sí, yo le dije: "Usted debe cantar... donde nadie lo escuche. Usted debe cantar para usted mismo. Porque yo a usted más que como cantautor lo veo como autocantor".
Daniel Rabinovich: Bueno, ha llegado el momento de la despedida, les quiero agradecer muchísimo el homenaje que me han brindado, el cariño y la comprensión de todos ustedes para conmigo, realmente estoy muy emocionado. Los quiero mucho, se lo digo de verdad, lo siento no sólo como persona sino como ser humano. Lo que siento se resume en una palabra: mil gracias.
(El resto le hace gestos de que son dos, no una)
Daniel Rabinovich: ¡Dos mil gracias! Antes de terminar quiero presentar a mis músicos: Carlos Núñez te presento a Jorge Maronna. Jorge Maronna, te presento a Carlos López Puccio. Carlos Núñez, Carlos López Puccio. Es la primera vez que tocan juntos. Voy a terminar entonces como les decía con un estreno absoluto para todos ustedes; mi última canción que espero marque un “jito” en mi carrera de cantautor. Con esta canción quiero dejar atrás una etapa juvenil, quizás un poco pueril, para entrar de lleno en una etapa "maduril" de mayor audacia en la temática de mis canciones, porque yo creo que hasta el amor se ve comprometido en estos tiempos por los problemas que aquejan al hombre moderno.
Tanto dolor hay en el mundo,
guerra, muerte, destrucción,
shalalala.
Y tú no quieres hablar, shalalala
conmigo.
Tú no quieres shalala,
tú no quieres shalala
conmigo.
Po-po-pobreza por aquí,
mi-mi-miseria por allá,
can-can-cantando las denuncio
shalalala.
Soy el más grande soñador, shalala
en medio de un mundo estúpido, shalalala.
Soy el más grande, shalala
en un mundo estúpido, shalala.
Soy el más grande, shalalala...
estúpido.
Coro: Estúpido
Daniel Rabinovich:
Cuando te veo me late el corazón.
Cuando te veo me late el corazón.
Cuando no te veo también me late.
¡Qué suerte, que suerte! ¡Con esta canción gané el premio de la Sociedad de Cardiología!
Carlos López Puccio: Yo soy el que mejor conoce a Manuel Darío, he sido su representante todos estos años. Lo que más me atrae de sus canciones es su riqueza en concepto… en concepto de mi porcentaje. Es asombroso su éxito en general pero quienes más lo comprenden son los jóvenes. Los muy jóvenes, de cuatro a seis años.
Daniel Rabinovich: Yo nací en el seno de una familia muy humilde. En casa éramos muy pobres y tuve que empezar a trabajar siendo muy pequeño. Desde entonces ya componía pequeñas canciones… bastante geniales, la verdad. Uno… uno de mis primeros trabajos fue en un puestito de venta de frutas y verduras, y una de mis primeras canciones decía: "Vuelvo a ti tras larga espera... ¡Pera, jugosa la pera!" Mientras componía las canciones vendía la mercancía... eran peras. "Ven a mí, de mi mano tómate... ¡Tomate, tomate!"... "Esta lluvia a mí me empapa... ¡Lluvia!" A veces me equivocaba, también… Pero la verdad es que yo soy lo que soy… Muchas gracias, muchas gracias. Soy lo que soy, tengo el éxito que tengo gracias a tanta gente que creyó en mi talento. Por ejemplo en casa tuve muchísimo apoyo de mis padres… mis padres…
(El foco ilumina a Marcos y Jorge que están de pie, y a Carlos Núñez que está sentado)
Marcos Mundstock: Nosotros somos los padres de Manuel Darío.
Carlos Núñez Cortés: Y yo soy la madre.
(Marcos mira sorprendido a Jorge y éste sale de escena)
Marcos Mundstock: No, hubo un pequeño error… nosotros somos los padres de Manuel Darío. No, lo que pasa es que está oscuro…
Carlos Núñez Cortés: Josecito me decía cuando era chiquito, pobre, me decía… Bueno, para mí siempre va a ser Josecito, ¿eh? No Manuel Darío, como le dicen ahora… Me decía: “Mamá, me encanta tocar la guitarra” ¡Ohhh! ¡Se pasaba el día practicando! “Ay, cuando sea grande quiero ser cantautor, cantautor” me decía. En aquel entonces era un sueño imposible…
Marcos Mundstock: Sí, sueño imposible. ¡En casa ninguno podíamos dormir!
Carlos Núñez Cortés: ¿Te acordás viejo cuando cumplió quince años? ¡Ohhh! Vos mismo le regalaste su primera guitarra.
Marcos Mundstock: Sí, se la quité y la regalé.
Daniel Rabinovich: Sí, mis viejos me apoyaron siempre muchísimo. Mamá es la de barba. Ella me dice Josecito porque me llamo José, Manuel Darío es mi seudónimo. Manuel Darío, como el poeta… El de las “Rimas de Becket”. “Y yo que la llevé al río creyendo que era mozuela…”, “ser o no ser, esa es la cuestión” y tantas otras compuso, ¿no?… Hubo mucha gente que creyó en mi talento, como mi primera maestra, la señorita Cristina, ella también creía en mí.
Jorge Maronna: Manuel Darío era un niño muy especial. Ya de pequeño se destacaba de los demás. Era muy burro…
Daniel Rabinovich: La señorita Cristina, cómo me comprendía… Jamás me reprochó que faltara a clase. Es más, me pedía que faltara. ¡Cómo lloró cuando repetí primer grado!
Jorge Maronna: ¡Ay, sí, pero pobrecito cómo sufrió! Jamás lo pudo superar… el primer grado.
Daniel Rabinovich: La primera maestra, el primer amor imposible. Y así fue, ella estaba enamorada de mí. A pesar de la diferencia de edades, yo era mucho mayor… Y cuando estaba a punto de pasar a segundo grado tuve que optar: la música o seguir mis estudios.
Jorge Maronna: ¡La música, la música!
Daniel Rabinovich: La señorita Cristina me impulsó a seguir con la música porque creía en mi talento. Al principio las cosas me fueron muy difíciles, pasé hambre. Pero de a poco comencé a vender algunos discos, después vendí la radio de papá, el reloj… Uno de mis primeros éxitos fue “Esa mujer me hace sufrir”. Todavía hay gente que lo recuerda.
Carlos López Puccio: Sí, sí, hay gente muy rencorosa.
Daniel Rabinovich:
Esa mujer me hace sufrir ante su vista,
quiero hablarle y no puedo,
quiero hablarle y no puedo,
esa mujer me hace sufrir...
esa mujer es mi dentista
Carlos López Puccio: No se puede negar que Manuel Darío sabe conmover a su público, tiene muy claros sus objetivos. Sus canciones tristes son para llorar, y sus canciones alegres… también son para llorar.
Daniel Rabinovich: Al principio los críticos no me comprendían pero con el tiempo me han ido aceptando cada vez más. Sin ir más lejos el crítico de la “Gaceta del espectáculo” elogió la calidad y la cantidad de mi producción.
Carlos López Puccio: Dice el crítico: "En su obra la cantidad no va en desmedro de la calidad. Todo lo contrario, va en desmedro. Su capacidad de producción es asombrosa, trabaja constantemente como si no pudiera dejar de componer. Y uno se pregunta ¿no podría dejar de componer?"
Daniel Rabinovich:
Te quiero más que a mi vida,
mi vida eres tú.
Pero si mi vida eres tú,
y yo te quiero más que a mi vida,
quiere decir...
que te quiero más que a ti misma.
Es filosófica esta canción, ¿eh? ¡Yo no la entiendo! Con la siguiente canción conquisté el mercado de los Estados Unidos:
Me enamoré en Ohio,
a lo lejos canta un gallo,
shalala lalala.
Bella muchacha de Texas,
¿Por qué te vas y me "dexas"?
Shalala lalala.
Pero la mujer de Nevada
es la más agraciada,
shalalala.
La mujer de Connecticut
es la más ecléctica,
shalalala.
Y la mujer de Utah... también.
Jorge Maronna: Sí, sí, claro, por supuesto me acuerdo muy bien de ese muchacho. Él vino a verme a mi consultorio… yo soy psiquiatra… Y lo encontré muy mal, muy trastornado.
Daniel Rabinovich: Y justo en el momento de mayor éxito, cuando todo me iba bien... había conquistado los Estados Unidos, también había conquistado Norteamérica... me empecé a sentir mal, cada día peor, una cosa horrible. No comía, no dormía… me sentía vacío por dentro. Eso es porque no comía… Tenía miedo de estar volviéndome loco, de ser un caso de asma, o doble personalidad o algo así. Pero el doctor Pérez Osorio me tranquilizó por completo.
Jorge Maronna: Doble personalidad, no, no, para nada. Él no llegaba ni a una personalidad. Vea, en mis tratamientos la primera etapa consiste en muy simples ejercicios para poner la mente en blanco y no pensar en nada.
Daniel Rabinovich: Se ve que no me vio tan mal, porque dijo que conmigo esa primera etapa no iba a ser necesaria.
Jorge Maronna: Es que mi teoría sostiene que la mayoría de las personas usa sólo la mitad de su poder mental, es decir, desaprovecha el cincuenta por ciento de su poder mental.
Daniel Rabinovich: Me dijo que era un superdotado.
Jorge Maronna: ¡Desaprovechaba el cien por ciento!
Daniel Rabinovich: Contando entonces con un diagnóstico favorable del doctor Pérez Osorio le llevé mis canciones al gran académico, profesor y catedrático López Jaime.
Marcos Mundstock: ¡Oppenheimer! Sí, por favor, yo me llamo Franz Oppenheimer. Soy profesor superior de música, de armonía, composición y contrapunto. He sido premiado en música sinfónica y en ópera y ballet condecorado… o sin decorado, lo mismo... jo, jo, jo... jo, jo, jo... jo, jo, jo... jo, jo, jo... Claro, porque con... le explico... condecorado... sin... eehhh... Manuel Darío está un poeta muy... ¿cómo se dice? Muy espontá… No, muy espantoso, pero su música está fuero de la común, que no se abunda... no, ¡que nauseabunda!
Daniel Rabinovich: El profesor López Jaime reconoció que mis canciones llegan al alma, que mis recitales no hay que pensarlos, hay que sentirlos.
Marcos Mundstock: En efecto, yo fui a uno de sus recitales y realmente… lo siento.
Daniel Rabinovich: Yo le confesé que tocaba y componía de oído pero bueno, muchos inspirados compositores populares no saben escribir música.
Marcos Mundstock: ¡Por lo menos saben escribir su nombre!
Daniel Rabinovich: A medida que le cantaba mis canciones me di cuenta que el profesor se iba emocionando visiblemente, hasta me pareció ver dos lágrimas que querían escaparse de sus ojos.
Marcos Mundstock: Bueno, eh… lágrimas escaparse, no… ¡Yo me quería escapar!
Daniel Rabinovich: Por fin le pregunté: "Profesor, qué opina usted de mí como cantautor?" Y él me aconsejó firmemente que siguiera cantando.
Marcos Mundstock: Ah, sí, yo le dije: "Usted debe cantar... donde nadie lo escuche. Usted debe cantar para usted mismo. Porque yo a usted más que como cantautor lo veo como autocantor".
Daniel Rabinovich: Bueno, ha llegado el momento de la despedida, les quiero agradecer muchísimo el homenaje que me han brindado, el cariño y la comprensión de todos ustedes para conmigo, realmente estoy muy emocionado. Los quiero mucho, se lo digo de verdad, lo siento no sólo como persona sino como ser humano. Lo que siento se resume en una palabra: mil gracias.
(El resto le hace gestos de que son dos, no una)
Daniel Rabinovich: ¡Dos mil gracias! Antes de terminar quiero presentar a mis músicos: Carlos Núñez te presento a Jorge Maronna. Jorge Maronna, te presento a Carlos López Puccio. Carlos Núñez, Carlos López Puccio. Es la primera vez que tocan juntos. Voy a terminar entonces como les decía con un estreno absoluto para todos ustedes; mi última canción que espero marque un “jito” en mi carrera de cantautor. Con esta canción quiero dejar atrás una etapa juvenil, quizás un poco pueril, para entrar de lleno en una etapa "maduril" de mayor audacia en la temática de mis canciones, porque yo creo que hasta el amor se ve comprometido en estos tiempos por los problemas que aquejan al hombre moderno.
Tanto dolor hay en el mundo,
guerra, muerte, destrucción,
shalalala.
Y tú no quieres hablar, shalalala
conmigo.
Tú no quieres shalala,
tú no quieres shalala
conmigo.
Po-po-pobreza por aquí,
mi-mi-miseria por allá,
can-can-cantando las denuncio
shalalala.
Soy el más grande soñador, shalala
en medio de un mundo estúpido, shalalala.
Soy el más grande, shalala
en un mundo estúpido, shalala.
Soy el más grande, shalalala...
estúpido.
Coro: Estúpido
Fuente: Los Luthiers de la Web
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