Marcos Mundstock: Según algunos autores los orígenes de la música religiosa se remontan a un pasado muy lejano; según otros se hunden en la prehistoria. La pregunta que surge es: ¿Se remontan o se hunden? Los pescadores primitivos ya entonaban fervorosos himnos litúrgicos para obtener una buena pesca, práctica que cayó en desuso porque dichos cánticos halagaban a los dioses pero ahuyentaban a los peces. Por eso los pescadores de la aldea de Rocca Póvera, en el sur de Italia, le rezan a San Ictícola de los Peces, también llamado San Ictícola de la Mar, y le rezan por una buena pesca en la ermita del santo, situada en plena montaña (donde los peces no puedan oírlos). La aldea de Rocca Póvera depende para su subsistencia de unos pocos cultivos y de su empobrecida pesca, o sea, que su economía es típicamente “agro-pescuaria”. La aldea de Rocca Póvera es pobre aún en leyendas místicas: Nunca un milagro, nunca una imagen que derrama lágrimas… No solamente a ninguno jamás se le apareció la Virgen, sino que de la iglesia de la aldea desaparecieron varios santos, un cáliz y dos relicarios. Pero los pescadores no pierden la fe; una vez más, como cada año en su día se dirigen en procesión guiados por el cura párroco a la ermita de San Ictícola de los Peces para pedirle que esta vez sí atienda sus ruegos.
Jorge Maronna: ¡Hijos míos, vamos todos a la ermita de San Ictícola para pedirle una buena pesca! ¡Vamos!
Daniel Rabinovich: La verdad, padre, desde que le rezamos a San Ictícola cada vez pescamos menos.
Carlos López Puccio: Antes sí que había buena pesca por acá con el santo que teníamos antes, pero… lo trasladaron…
Jorge Maronna: Es que San Ictícola sabe que entre vosotros hay herejes, perjuros, apóstatas, y por eso está molesto
Carlos Núñez Cortés: Padre, si le molesta la “apóstata”, ¿por qué no se opera?
Jorge Maronna: ¡Ah, ya estamos llegando! ¡Vamos, vamos!
Coro:
San Ictícola de la mar
San Ictícola de los Peces
Te queremos solicitar
Que nos des una buena pesca
Al contrario que otras veces
No nos vuelvas a fallar
Con fervor y con fe
Te venimos a rezar
Pero tú también
Pon un poco de voluntad
San Ictícola de la mar
San Ictícola de los Peces
No nos vuelvas a fallar
(Daniel en un descuido pone la mano sobre el acordeón que toca Carlos Núñez. Éste, al cerrarlo, le pilla los dedos)
Daniel Rabinovich: ¡Ahhhhhhhhhhhhhh!
Carlos López Puccio: ¿Qué pasó?
Daniel Rabinovich: ¡Me mordió la oruga!
Carlos López Puccio: ¿Ya estás bien?
Daniel Rabinovich: Sí, esta mano me quedó…
(Daniel se da cuenta de que se ha vuelto a pillar los dedos con la trompeta y vuelve a gritar)
Daniel Rabinovich: ¡Ahhhhhhhhhhhh!
(Carlos López Puccio y Carlos Núñez corren hacia él para liberarle la mano, y cuando lo consiguen Daniel agarra del pelo a Carlos Núñez, el cual a su vez comienza a gritar)
Carlos Núñez Cortés: ¡Ahhhhhhhhhhhhh!
(Carlos López Puccio comienza a gritar y a patear el suelo)
Carlos López Puccio: ¡Ahhhhhhhhhhhhh!
Daniel Rabinovich: ¿Por qué gritás?
Carlos López Puccio: Por solidaridad.
(Carlos Núñez le devuelve la trompeta a Daniel, el cual se asusta y la coge cuidadosamente por un extremo, como si fuera un arma peligrosa)
Jorge Maronna: Silencio, hijos, silencio. Recordad, hemos venido en el día del Santo para rezarle al Santo en su santo.
Coro:
San Ictícola de los Peces
En tu día te imploramos
Cumple nuestros pedidos
Cumple nuestros ruegos en tu día
¡Cumpleaños feliz!
Jorge Maronna: Hermanos: Cada vez hay menos pesca. ¿Y la culpa de quién es?
(Carlos Núñez señala enfadado a Daniel mientras se toca la cabeza, dolorido por el tirón de pelos de antes)
Jorge Maronna: La culpa es de vosotros, porque vivís en pecado.
Carlos López Puccio: No, padre, vivimos del pescado.
Jorge Maronna: Oremos
(Carlos López Puccio y Carlos Núñez se arrodillan, Daniel se queda en pie y comienzan a rezar)
Jorge Maronna: San Ictícola de los Peces ten piedad de estos pobres pecadores
Todos: San Ictícola de los Peces ten piedad de estos pobres pecadores
Jorge Maronna: Te confesamos todas nuestras faltas
Todos: Falta ropa, falta comida, falta dinero
(Jorge Maronna se da la vuelta sorprendido y pone cara de no estar seguro si lo que ha escuchado lo han dicho o no)
Jorge Maronna: Nos retractamos de las ofensas inferidas
Todos: Nos retractamos de las ofensas inferidas
Jorge Maronna: A nuestros padres, a nuestros hermanos
Todos: A nuestros padres, a nuestros hermanos, nos retractamos
Jorge Maronna: A los hijos, a los cónyuges
Todos: A los hijos, a los cónyuges, nos retractamos
Jorge Maronna: A los tíos, los primos…
Todos: A los tíos, los prim…
Jorge Maronna: …los sobrinos, los cuñados, los suegros, los yernos, las nueras
Todos: …sí, nos retractamos.
Daniel Rabinovich: Se ve que es un retracto de familia
(Daniel, que está en pie le pone los cuernos a Carlos Núñez, éste se queda de rodillas señalándolo y ambos miran hacia delante sonriendo posando para una foto)
Jorge Maronna: San Ictícola de los Peces, perdona a estos pecadores, inicuos, impíos, perjuros, perversos, despreciables degenerados
Todos: No te creas, no es para tanto
(Se ponen todos en pie)
Jorge Maronna: Cantemos.
Coro:
San Ictícola de los Peces
Danos pescado abundante
O caeremos en la tentación de la carne
Y la maldición del colesterol
Alabado sea el lenguado
Y el bacalao, alabao
Luz divina la sardina
Divina luz a la merluza
Jorge Maronna: ¡Entonemos grandiosos salmos! ¡Salmones! Y loas, al atún.
Coro:
Loas atún
Loas atún
Atún, atún
A tu nombre.
Jorge Maronna: Y ahora leeré la vida de San Ictícola
Daniel Rabinovich: ¿Toda, padre?
(Daniel se da la vuelta, aburrido pensando en escucharla y Carlos Núñez le recrimina por gestos su actitud y le obliga a volver y a escuchar)
Jorge Maronna: Don Ictícola Fiorentini fue un honesto mercader, que vivió en la Toscana en el siglo… XI, que descubrió su vocación religiosa el día en que casi muere atragantado por una espina de besugo. Su abnegada esposa salvó su vida extrayéndole la espina pero esos instantes de pánico le causaron una tremenda impresión: Ictícola nunca había visto tan de cerca a la muerte… ni a su esposa. Entonces decidió tomar los hábitos… sobre todo el hábito de no comer pescado, y comenzó su prédica, la prédica contra el consumo de todo tipo de pescado. En 1614 fue canonizado como San Ictícola de la Mar, protector de los peces… encargado de mantenerlos alejados de las redes de los pescadores…
Carlos Núñez Cortés: ¿Y qué estamos haciendo acá? ¿Qué estamos haciendo acá? ¿Se puede saber qué estamos haciendo acá? ¡Veinte años que venimos a esta roca podrida a rezarle al muñequito y ahora me sale… no…!
Jorge Maronna: ¡No, no! Lo que pasa es que esta parte no la había leído nunca…
Carlos Núñez Cortés: Era San Ictícola el que nos arruinaba la pesca, ¿te das cuenta? ¡Tan santito que parecía!
Jorge Maronna: No, no, está bien… No debimos rogar a San Ictícola…
Carlos Núñez Cortés: ¿Pero en qué quedamos, padre? Si ruegas porque ruegas, si no ruegas porque no ruegas…
Daniel Rabinovich: Hablando de Noruega… ¿Se acuerdan de las turistas noruegas, las que vinieron el año pasado?
Carlos Núñez Cortés: ¿Y qué tiene que ver eso ahora?
Daniel Rabinovich: Dejemos la pesca, dediquémonos al turismo, aprovechemos nuestras hermosas playas, el sol del Mediterráneo, así vienen las turistas noruegas, que allá se están…
Jorge Maronna: No, no, no. ¡Esas turistas nórdicas son impúdicas!
Daniel Rabinovich: ¡No, noruegas!
Jorge Maronna: Los hombres las espían, luego viene la tentación, los malos pensamientos… toman el sol con el torso desnudo…
Todos: ¡Je, je, je!
Jorge Maronna: No, esas cosas nunca vienen solas…
Daniel Rabinovich: ¡No, vienen de a pares!
(Carlos le mira indignado, haciendole ver que están intentando engañar al párroco y Daniel está fastidiándolo todo)
Daniel Rabinovich: La tentación y los malos pensamientos.
Jorge Maronna: No, no, no, no, no. ¡No voy a permitirlo!
(Jorge Maronna se da la vuelta dentro del barríltono dando la espalda y los demás se giran hacia el otro lado cabizbajos y apenados por la negativa del cura. Nadie dice ni una palabra, y Jorge Maronna les mira de reojo)
Jorge Maronna: No insistan…
(Los tres se miran extrañados y luego miran al cura párroco)
Jorge Maronna: ¡Bueno, está bien… ya que insisten…!
(Todos se ponen a dar saltos de alegría, incluyendo al cura que comienza a bailar dentro del barríltono)
Carlos López Puccio: Padre, ¿a quién le podemos rezar para que nos mande turistas suecas, belgas…?
Carlos Núñez Cortés: Alemanas…
Jorge Maronna: Torso desnudo…
Carlos Núñez Cortés: ¡Sí!
Jorge Maronna: Hay una santa, Santa Lola de los Lactantes… ¡Vamos a rezarle para que nos mande turistas!
Coro:
Suecas, belgas y alemanas
Son mujeres muy completas
Por su cuerpo seductor
Por la gracia de sus piernas
Por la gracia de sus…
¡Por la gracia del señor!
Fuente: Los Luthiers de la Web
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