lunes, 28 de mayo de 2012

114. Encuentro en el restaurante (Rapsodia gastronómica)


Marcos Mundstock: Por lo tanto... el compositor húngaro Lajos Himrenhazy compuso la música para la escena del “Encuentro en el restaurante”, de la pieza teatral “Felisa y Abelardo”.


(Marcos nota que le falta la primera hoja del texto e intenta disimular ante el público. Hace señas a Jorge para que se acerque y éste aparece con cara de vergüenza. Marcos trata de romper el hielo presentandolo al público)


Marcos Mundstock: Eh... un amigo, el público...


(Jorge saluda al público y sale de escena. Marcos vuelve a llamarlo y le susurra algo al oído, pero Jorge no parece entenderlo)


Marcos Mundstock: ¡La hoja!


(Jorge sale corriendo del escenario y vuelve con la hoja de una planta. Marcos se desespera y le indica por gestos la carpeta)


Jorge Maronna: ¡Ah, cuadrada! Sí, sí…


(Jorge vuelve con una hoja que Marcos comienza a leer rápidamente sin haber comprobado antes su contenido)


(Marcos decide improvisar el texto)


Marcos Mundstock: Eh… ¿Qué podemos agregar… sobre la biografía del famoso, el célebre compositor Lajos… eh… Lajos Himrenhazy... eh... que no se haya dicho ya?... O que si se haya dicho.
Bueno, este es un... es un compositor… Nació… nació… nació. Provenía de una... pertenecía a una... Era el menor. Cuando nació era el menor. No, y siguió siendo el menor un tiempo, casualmente hasta que nació el hermano… aunque, en realidad, no se sabe a ciencia cierta, eh… si es que tuvo hermanos o no. Me refiero, tal vez sí se sepa, yo en este momento lamentablemente... Y bueno, y como toda biografía de un gran compositor, eh… bueno, ya se sabe, una familia de músicos que ya desde pequeño lo… lo estimula... o, por el contrario, una familia que tiene un gran rechazo por todo lo que sea... Y el caso de Lajos Himrenhazy es un típico ejemplo… eh… de uno de estos dos casos. Bueno no, yo diría que es un caso... un caso intermedio… Claro, que no es que le dijeran: “Mira, tú tienes que ir...” Tampoco le decían “No, no vayas”… Era una especie de “Si tú quieres”. Y así fue como tomó sus primeras… eh… con el viejito éste... Sí, que iban todos ahí... Bueno, el asunto es que ahí fue donde tomó sus primeras...eh … Pero ahí también fue donde conoció a su primera... Pero parece ser que esta muchacha, al mismo tiempo con otro de los alumnos que también concurrían ahí al… y con uno de los profesores, decían… y con el portero… Digamos que esta chica se había creado ya un cierto prestigio… ¡No, que venía gente de otros pueblos! Claro, y ya venían y preguntaban “Dime, tú conoces" “¡Ohhhh!” No me acuerdo si fue antes o después… No, no, fue después… lo que no me acuerdo es después de qué… Bueno y… en fin, luego… eh... no quiero seguir abundando en detalles, no quiero hacerles perder más tiempo. Porque, como bien dicen en inglés: "Time is money", "El tiempo es un maní". Así que… les agradezco mucho los aplausos, en realidad, yo lo único que hago es repetir lo que está escrito en la... en la... Claro, en este caso soy simplemente... un mero... un mero... un mero. Bueno, así que pasemos ya a presenciar, como les decía, la escena del "Encuentro en el restaurante" que pertenece a la pieza teatral... bueno, la que les decía, que es justamente la que lleva música del famoso compositor Lajos... eh... Lajos kuskuikjsdkjdsa




(Daniel hace el gesto de recibir a alguien que llega y la acompaña a sentarse en una silla, y él toma asiento en otra silla. Durante toda la obra, habla dirigiéndose a la silla que ocupa su supuesta acompañante)


Daniel Rabinovich: Felisa, qué suerte habernos encontrado en este lugar íntimo y discreto, así podemos tomar una copa juntos, hacía tiempo que quería hablar con usted. Felisa, yo quiero insistir en lo nuestro… ¡No, no se vaya! ¡Felisa, no se vaya, por favor! Por favor, quédese. Siéntese. Felisa, se lo ruego, usted tiene que perdonarme, Felisa, no sea tan cruel, Felisa, por favor, se lo ímploro... se lo imploro. 
Por favor, dígale que tiene que perdonarme...


Carlos López Puccio: Perdónelo.


(Puccio toca el latín junto a Daniel, con violentos movimientos de arco que casi lo golpean, por lo que Daniel tiene que llamarle la atención)


Daniel Rabinovich: ¡Ayúdeme! Extraiga de ese instrumento los sonidos más conmovedores…


(Puccio agita el piano "extrayendo" los sonidos conmovedores. Daniel Rabinovich le dice por señas que se refiere a que toque el instrumento).


Carlos López Puccio: Conmovedores para el señor.
Daniel Rabinovich: Felisa, usted me inspira los sentimientos más puros. (Se dirige a Puccio) Sentimientos puros…
Carlos López Puccio: Puros para el señor.
Daniel Rabinovich: …y al mismo tiempo una pasión desgarradora… desgarradora…
Carlos López Puccio: ¿Desgarradora?
Daniel Rabinovich: Sí, desgarradora


Daniel Rabinovich: Es como un terremoto... un terremoto


Daniel Rabinovich: Y a la vez es como el gorjeo de los pajarillos después de la tormenta. El gorjeo de los pajarillos…
Carlos López Puccio: ¡Pío, pío!
Daniel Rabinovich: No, no, no; después de la tormenta…
Carlos López Puccio: ¡Glub, glub!


Daniel Rabinovich: Felisa, lo que yo quiero decirle es que una vez comencemos...
Coro: ¡¡¡HEY!!!
Daniel Rabinovich: Muy bien, muy bien.
Carlos López Puccio: ¡Muy bien!


Daniel Rabinovich: Felisa, lo que yo quiero decirle es que es posible...
Coro: ¡¡¡HEY!!!
Daniel Rabinovich: Muy bien, muy bien.
Carlos López Puccio: ¡Que vamos bien!


Daniel Rabinovich: Felisa, lo que yo quería decirle es que…
Coro: ¡¡¡HEY!!!
Daniel Rabinovich: Muy bien. Muy bien. Termine con esa música
Carlos López Puccio: La otra música…


Daniel Rabinovich: Felisa... Basta, basta, no lo soporto más.


Coro:
No lo soporto más
Ese amor que me mata
No lo soporto más…


Daniel Rabinovich: ¡¡¡BASTA!!! ¡Osssú!


(Daniel amenaza a los músicos, y estos deciden dejar de tocar)


Daniel Rabinovich: Felisa, desde que usted dejó de hablarme añoro la cadencia de sus palabras, echo de menos esa melodía…
Carlos López Puccio: ¡Acá está!


(Los músicos comienzan a tocar de nuevo. A continuación Daniel intercala dos diálogos, uno con su acompañante y otro con Puccio, dando lugar a malentendidos)


Daniel Rabinovich: ¿Usted, otra vez? ¡Váyase de aquí! No, usted no, por favor, quédese.
Daniel Rabinovich: ¡Váyase de aquí! ¡Váyase de aquí!... No, no. Quédese, quédese. ¡Usted, váyase! ¡Que se quede! ¡Váyase! ¡Quédese! ¡Váyase! ¡Quede...! ¡No toque más! ¡No toque más!...


(Carlos Núñez, asustado por los gritos, intenta salir del escenario gateando, pero Daniel le mira amenazante y Carlos vuelve al piano)


Daniel Rabinovich: No toque más, si hace lo que le pido le pagaré... ¡No, no se lo decía a usted! ¿Cómo podría pensar en pagarle? Ha sido un malentendido, Felisa, empecemos todo de nuevo.
Carlos López Puccio: ¡Cómo no! ¡Todo de nuevo!
Daniel Rabinovich: Bueno, está bien, toque. ¡No, a él le decía! Felisa, usted tiene que perdonarme por lo que pasó el otro día en la playa. Reconozco que estuve muy impulsivo, pero usted, ¿por qué escapó de ese modo, a la vista de todo el mundo? Sí, es cierto que yo corría detrás de usted… dando aullidos… pero yo la corría para reparar mi falta, Felisa. Sólo quería devolverle su traje de baño… Comprendo que está ofendida conmigo, que me exige una satisfacción. Yo puedo darle muchas satisfacciones. Vea, conozco un lugar precioso, rodeado de pinos con un lago, las montañas… no parece un hotel… Felisa, déme otra oportunidad. Pienso todo el día en usted, cada día que pasa pienso más en usted. Pienso en el momento en el que usted accederá por fin a mis requerimientos y me pregunto, en ese sublime instante, ¿qué me habrá de suceder? ¿Qué me habrá de suceder? 


(Puccio ejecuta con el latín una secuencia descendente de notas)


Daniel Rabinovich: Felisa, deme otra oportunidad. Se lo ruego, amor mío… ¿En serio, Felisa? Entonces, ¿acepta? ¿Usted también me ama? ¡Soy el hombre más dichoso del mundo!


(La música acaba y Daniel se dirige a los músicos)


Daniel Rabinovich: Muy bien, muchas gracias. Sí, bien. Salió fenómeno... ¡Ahí viene! ¡Ahí viene! ¡Esta vez viene de verdad! ¡Toquen, toquen!


(Vuelve a sonar la música desde el principio. Daniel se apoya en el piano dispuesto a recibir a Felisa, esta vez de verdad)




Fuente: Los Luthiers de la Web

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