domingo, 20 de mayo de 2012
El rey está enojado
Relator (en off): El rey Francisco I de Francia se apresta a enfrentar a Carlos V en la batalla de Pavía. En su fuero interno algunas inquietudes le preocupan. Piensa en la capitulación que deberá suscribir luego de la derrota, que intuye inevitable, e imagina las formas de recuperar después su libertad sin cumplir el pacto. Lo aflige la suerte de su heredero quien con el tiempo llegaría a ser Enrique II, que no solamente habría de morir por accidente en un torneo, sino que además casaríase con Catalina de Médicis. Por si todo esto fuera poco, han llegado noticias al rey de que un peregrino desconocido, quien dice proceder de Cremona, ronda desde hace varios días la corte, con intenciones poco claras. El monarca cree recordar que el peregrino es un agente secreto a su servicio, pero ni el mismo se atrevería a asegurarlo. Hace tiempo que no recibe noticias de su hombre de confianza en Sevilla, el Conde Salvador, y comienza a sospechar una traición. Si el Conde Salvador dejara de serle fiel, no vacilaría en poner en poder de Carlos V valiosos secretos estratégicos que podrían convertir la futura derrota de Pavía, en un verdadero desastre. Francisco I, ha enviado emisarios especiales a Siracusa, para ofrecer al sabio Arquímedes la posibilidad de proseguir sus tareas de investigación en las cortes de Francia, y poder así usar las máquinas de guerra que inventara para defender a Siracusa de la invasión de los romanos, pero los días han transcurrido sin novedades, la fecha de la batalla ha llegado, y el atribulado monarca no tiene más remedio que arengar a los hombres que se dirigen a la lucha. A tal fin, reúne a sus tropas en el patio de armas del palacio para pasarles revista, e infundirles valor. Un valor que hasta él mismo, el rey, por momentos siente.
(La orquesta ataca la Obertura. En medio, reclinado, se halla Francisco I)
Daniel Rabnovich:
¡Alto! A su majestad, el rey Francisco I de Francia:
¡Vista derecha! ¡Vista al frente!
Francisco I:
Mis valientes, oíd al rey que soy yo,
a combatir, a combatir al enemigo
nos dirigimos con ímpetu guerrero.
Nunca teman en la lucha a la muerte
ved como yo siempre tuve mucha suerte
Podéis confiar, soy valiente, el rey
a la victoria os guía vuestro rey
A combatir, y que viva la guerra
contra la España, la Italia y la Inglaterra
Combatiré yo también desde atrás
la retaguardia a mi me gusta más
Fuente: Los Luthiers de la web
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